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Cuando soy buena soy mejor | CULTURA Y ESPECTÁCULOS
Columna
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Prótesis en Botella

Hoy habría escrito tremendo alegato contra la clonación de perros en Corea, habida cuenta que la ingestión de carne del mejor amigo del hombre forma parte habitual de la dieta coreana. Pero cuando estaba a punto de doblar unas lanzas a favor de la extinción de los científicos clonadores, hete aquí que un Causa Verdadera se ha cruzado en mi receptiva mente. Paso a lidiar con el asunto, no sin antes advertir con todas mis fuerzas al Doctor Frankenstein Hoo Wuk que se ande con cuidado: "Mucho ojo con lo que haces con Snuppy, maldito amarillo". Perdonen la acotación racista pero es que me crié viendo películas norteamericanas que ocurrían en Iwojima, y además, en casa, creíamos que los civiles de Hiroshima y Nagasaki recibieron lo que merecían de la única potencia anti-bombas ajenas que se atrevió a desatar el azote nuclear sobre poblaciones indefensas, integradas por malditos amarillos, eso sí.

¿Quieren fastidiarle las jornadas en el yate? Si no la respetan por Dentona, háganlo al menos porque es Dentona Madre
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Les decía que en mi mente reverbera Otra Causa: la de las Dentonas. Como Dentona que soy desde que se me cayeron las piezas de leche y me salieron las de proa, albergo una marfileña ternura hacia los elefantes en general, por un lado, y, en particular, hacia las mujeres dentudas, cualquiera que sea su estado civil. Creo que quienes sufrimos de un exceso de teclado (señal de lo injustos que fueron los adultos al no ponernos correctores durante nuestra correosa infancia) debemos unirnos por encima de los prejuicios, sean éstos fundados o no. Una Dentona debe defender a otra Dentona sin importarle su credo político, su fe religiosa, su dieta, su nivel de ingresos e incluso su nivel de sesos. Una Dentona bien merece la solidaridad de sus codentoranias.

Y observo con horror que alguien que fue (nada menos) Primera Dama Dentona de este país, doña Ana Botella (y dueña de un gran atractivo, dicho sea de paso; siempre la vi más medio llena que medio vacía), está siendo acorralada nada menos que por el Colegio de Protésicos Dentales de Madrid, seguramente por envidia, porque Ella no necesita prótesis, a Ella le basta y le sobra con lo que tiene. La mencionada entidad denuncia que Botella, en su calidad de concejala de Empleo y Servicios al Ciudadano del Ayuntamiento de Madrid, hizo entrega de 194.000 euros, con cargo a los fondos públicos, al Colegio de Odontólogos madrileño, para que prestaran atención bucodental a mayores de 65 años con pensiones no contributivas y con necesidad de prótesis dentales (cuánto mejor para Ella habría sido que siguiera sirviéndoles sopas de beneficencia con pajita allá en Salamanca District). Los Protésicos alegan que, como consecuencia de la inyección de dinero, fueron atendidas 78 personas, lo cual, dividiendo por bocas la cantidad percibida por los Odontólogos, pone la reparación en 2.487... cuando, a precio real de mercado, ello sólo cuesta 400 euros. ¿Qué han hecho los Odontólogos con el sobrante? ¿Por qué la concejala no les ha pedido cuentas? Sea como sea, me parece exagerado que a doña Ana, y más ahora que está de vacaciones, la acusen de presuntos delitos de "prevaricación y falsedad en documentos públicos, alteración del precio de las cosas, tráfico de influencias, malversación de caudales públicos y fraude". Qué bochornazo, hija, y además con esta caló.

Y yo clamo. Por el amor del cielo y de los Kikos en concreto, clamo. ¿Cómo es posible semejante falta de fair play? ¿Qué quieren, fastidiarle las jornadas en el yate? Si no la respetan por Dentona, háganlo al menos porque es Dentona Madre, ya que ha tenido a bien que su hija (que va por el segundo embarazo) herede las características adarajas que hacen de nosotras (yo, ni la mitad de sexy, como saben) mujeres armadas hasta los dientes en el sentido más literal de la frase.

Con tanto acoso a los personajes populares van a conseguir que se amarguen. Pena me ha dado ver al pobre Farruquito en el interior de un coche blindado, todo el vestido de blanco riguroso (salvo un toque de alivio de luto en la corbata de nudo ancho y dibujo de fantasía), dirigiéndose terriblemente triste y afectado a una fiesta ibicenca a la que no tuvo más remedio que asistir (también acudieron Pocholo y Colate), huyendo del asedio del pueblo llano y sometido a la pena de tener que divertirse, con lo que está pasando, la criatura.

Éste es un mondo huomo, querido Snuppy. Como se te acerque el doctor con una servilleta atada al cuello y haciendo sonar la prótesis dental, date por jodido.

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