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ATLETISMO | Campeonatos del Mundo de Helsinki

El diluvio y 'mister' Graham

Carlos Arribas

Cuentan las crónicas llegadas de Estados Unidos que mister Trevor Graham y su selecto grupo de 23 atletas llamados Sprint Capitol pasaron una primavera de lo más dura. Expulsados de la pista del campus de la Universidad de Carolina del Norte, en Raleigh, sus chicos debieron entrenarse en pistas infames, en barrizales cuando llovía. Así, grupo de proscritos, fortalecieron sus vínculos, a la par que sus músculos y sus voluntades.

Dicen que a Graham, el jamaicano que descubrió en 1997 el enorme potencial de Marion Jones y la convirtió durante breves años en reina del atletismo, le perdió su papel en el caso Balco, pues fue él quien puso a las agencias antidopaje en la pista de los sospechosos, ya que, como consecuencia, antiguos protegidos suyos, incluida Jones y su compañero, Tim Montgomery, ex plusmarquista de los 100, hicieron saber al mundo las malas artes químicas que el propio Graham usaba con ellos.

Pero también dicen que todo es falso, que Graham es divino, que sabe más técnica que nadie, más psicología y más teoría. Lo dicen y no lo dice el propio Graham porque ya en junio pasado prometió solemnemente no volver a hablar con los periodistas, que tan mal le trataban. Y decían esto para justificar que, a pesar de los pesares, los atletas entrenados por Graham en Estados Unidos seguían siendo los más rápidos del mundo. Hablaban, así, del asombroso Justin Gatlin, el asesino silencioso, que acaba de ganar los 100 metros nada menos que con 17 centésimas de ventaja sobre el segundo. Pero también de sus chicas milagro, de la veterana Chandra Sturrup, la atleta de Bahamas que en esta su primera temporada con Graham, a los 34 años, bajó dos décimas su mejor marca de siempre, que databa de hace cinco años. Y hablaban también de la última maravilla, de la estilizada Me'Lissa Barber, una cuatrocentista hasta el año pasado a la que el magnífico Graham transformó en pocos meses en campeona de Estados Unidos de los 100, la misma hazaña que un año antes había logrado con otra cuatrocentista reciclada, LaTasha Collander.

En los días primeros de Helsinki, cuando todo parecía posible, se especulaba sobre la posibilidad de que las dos subieran al podio; de que Sturrup incluso ganara, de que Barber diera sus primeros pasos para convertirse en la nueva Jones. Finalmente, y después de que un diluvio limpiara la pista en el momento mismo en que se anunciaba a las participantes del 100, ambas se quedaron a las puertas de la gloria.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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