Letra grande para un discurso pequeño

Nada más volver de vacaciones, el 29 de agosto, Esperanza Aguirre recibió en su despacho la primera versión del discurso sobre el estado de la región elaborado con los datos que le habían enviado sus 12 consejeros. El martes pasado, sobre las once y media de la noche, hizo la última anotación: habrá un consejero/a de Inmigración.

Aguirre consumió 1 hora y 38 minutos en analizar su gestión del último año y en avanzar algunos de sus planes. Fue un discurso más pequeño en su redacción que el del año pasado, pero más grande en su dimensión: 130 folios frente a los 106 de la edición anterior. La coquetería de la presidenta tuvo la culpa: para no tener que ponerse las gafas, pidió a sus asesores que subieran el tamaño de letra.

En esos 130 folios hubo muchos anuncios. Tantos que algunos de sus consejeros se lo reprocharon. "Has anunciado demasiadas cosas", le dijo a modo de felicitación Francisco Granados, consejero de Presidencia. A su lado, Juan José Güemes, de Empleo y Mujer, recibió, en cambio, la felicitación de la presidenta. "Una de las cosas que más me ha gustado anunciar es que las cifras de paro de la mujer se han equiparado a las de los hombres". A la pregunta de si ella iba a mejorar la cifra con una reestructuración de su Gobierno, dijo: "De cambios no he dicho nada".

Aguirre se cierra en banda con sus planes de gobierno, pero desvela sus secretos personales sin rubor. "El vestido que llevo es verde porque soy muy supersticiosa y es un color que me da suerte. Me lo ha traído una amiga de Francia y, aunque es de invierno, me lo he puesto porque en el hemiciclo hace frio". La presidenta prosiguió con sus secretos. "Me he puesto falda para llevar zapato bajo porque sabía que iba a estar mucho tiempo de pie. Apenas he desayunado y no me ha dado tiempo a hacer mi tabla de gimnasia". La importancia que Aguirre da a su aspecto se reflejaba también en la abultada bolsa de aseo con sus cosméticos que llevaba junto a su discurso.

En la Asamblea se respiraba aparente calma. Nada que ver con la tensión del año pasado con el PP de Madrid enfrentado. Ayer, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, acudió a oír a Aguirre. "Ha hecho un discurso brillante, con una buena arquitectura y bien ordenado", dijo el regidor. Hasta hubo un guiño de la presidenta a Rafael Simancas. "Tengo que darte leña, porque si no te doy leña, te quitan", le advirtió.

En la tribuna de invitados también estaba el delegado del Gobierno en la región, el socialista Constantino Méndez, acostumbrado a los reproches de la presidenta. Del PP nacional acudió la secretaria de Política Social y Bienestar del Partido Popular (PP), Ana Pastor. Y junto a ellos, el presidente de la Cámara de Comercio, Fernando Fernández Tapias; el presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia de Madrid, Carlos Bustelo; el director general de la Feria de Madrid (Ifema), Fermín Lucas, y el Defensor del Menor, Pedro Núñez Morgades. Y los secretarios generales de CC OO y UGT de Madrid, Javier López y José Ricardo Martínez.

Para quien no hubo invitación fue para una docena de trabajadores de la televisión vallecana Tele K, que se manifestaron a las puertas de la Asamblea para protestar por la adjudicación de la televisión digital local que les obligará a cerrar su emisora. Inés Sabanés, portavoz municipal de IU y vecina de Vallecas, les acompañó y se marchó con ellos antes de sentenciar: "Aguirre anuncia una ley de protección del arbolado, pero deja hacer en la M-30 y en la carretera de los pantanos. ¡Ella y su mundo!".