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Bono forzó un debate en el Gobierno sobre su viaje a Caracas

La venta de material militar a Venezuela sigue dividiendo al Ejecutivo

El ministro de Defensa, José Bono, forzó el debate del pasado viernes por el que el Consejo de Ministros aprobó su viaje de mañana a Venezuela para presidir la firma de los contratos de venta de material militar a ese país, según ha sabido este diario en fuentes gubernamentales y diplomáticas. Una alta fuente del Ejecutivo descartó, en efecto, el jueves por la noche que la visita del ministro fuera a ser debatida por el Gobierno.

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La decisión del Consejo de Ministros no ha zanjado, sin embargo, las reservas del Ministerio de Exteriores acerca de la venta de material militar español al régimen de Hugo Chávez que Bono va a presidir durante su visita a Venezuela. El ministerio que dirige Miguel Ángel Moratinos sostuvo hasta el final sus objeciones a una operación que los responsables de la diplomacia española consideran mal planteada e innecesariamente polémica.

Menos de 24 horas antes de que el Gobierno adoptara su decisión favorable al viaje del ministro, altos cargos de Exteriores se mostraban convencidos de que la venta de 12 aviones de EADS-CASA y ocho patrulleras de Navantia no se realizaría, sobre todo teniendo en cuenta que no estaban claros los contratos relativos a la mitad de los buques, la parte económicamente más jugosa y menos conflictiva de la operación.

El propio Moratinos dijo durante la mañana del jueves que el Gobierno ya había dicho todo lo que tenía que decir sobre el tema, y que la firma de los compromisos era un asunto que competía exclusivamente a las empresas. Moncloa transmitió la misma idea.

Después de que el presidente venezolano anunciara públicamente el miércoles que "el doctor Pepe Bono" estaría este lunes en Caracas y que los contratos no se rubricarían si no era en su presencia, el ministro de Defensa declaró a la prensa que él sólo haría el viaje si el Gobierno se lo ordenaba.

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Una alta fuente del Ejecutivo respondió ese día por la noche a este diario que el problema del viaje de Bono no era un tema para el Consejo de Ministros ni sería abordado en ese marco, toda vez que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero ya había dado luz verde el pasado mes de marzo, en Caracas, a la operación comercial.

El Gabinete debatió, sin embargo el asunto, por un empeño de Bono, según fuentes diplomáticas. El ministro hizo valer el interés para la industria española de esos contratos, valorados en 1.700 millones de euros e incluidos ya en negociaciones con los sindicatos. Moratinos no acudió a la reunión del Gabinete, porque asistía Barcelona a los actos preparatorios de la Cumbre Euromediterránea.

Operación "lamentable"

Exteriores no cuestiona la importancia de la operación comercial, pero sí el modo en que ha sido conducida por el ministro de Defensa y el embajador en Caracas, Raúl Morodo, antiguo militante del PSP (Partido Socialista Popular) como Bono y hombre de su plena confianza. No es difícil oír cómo altos cargos de la diplomacia española califican la operación de "lamentable".

Las desavenencias vienen desde el principio, cuando, en enero de 2005, el titular de Defensa trató de que Zapatero hiciera una escala imprevista en Caracas para cerrar los acuerdos. El ministerio de Moratinos se opuso y organizó toda una operación diplomática que se concretó en marzo pasado en la cumbre cuatripartita de Ciudad Guayana -España, Brasil, Colombia y Venezuela- a fin de atemperar el desagrado que el anuncio abrupto de la venta había suscitado en las autoridades de Bogotá.

La diplomacia española objeta ahora que el Gobierno esté representado en la firma de unos contratos que han sido insistentemente presentados por Chávez como un desafío a Estados Unidos, más que como la operación comercial que España pretende. Ese rechazo es especialmente intenso desde el momento en que el presidente venezolano ha exigido la presencia de Bono con una especie de ultimátum.

El ministerio de Exteriores hubiera preferido que se dejara pasar un tiempo y se aseguraran condiciones mejores para cerrar una operación que amenaza con destruir los progresos logrados en la normalización de las relaciones con EE UU durante los últimos meses. No obstante, en medios diplomáticos se tiende a opinar que el embajador estadounidense, Eduardo Aguirre, ha "sobreactuado", al reiterar en los últimos días que su país puede vetar la venta de los aviones de CASA a Venezuela, y el ministro Moratinos ha declarado que no cree que esta operación vaya a provocar una nueva crisis con Washington.

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