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El fugitivo a la policía: "Algún día tenían que localizarme"

Jorge A. Rodríguez

Nueve policías rodearon una mesa del restaurante hotel Bitácora de Tenerife en el que dos comensales apuraban una botella de vino Marqués de Cáceres. "¿Ante Gotovina?", le preguntaron. "Sí, soy yo", contestó el corpulento general croata, ante la mirada asombrada del amigo australiano con el que estaba cenando un plato combinado. El general, que entiende perfectamente el español y no lo habla mal, miró entonces a la pequeña cámara de vídeo que uno de los agentes llevaba en la mano. Casi con una sonrisa, dijo: "Algún día tenían que localizarme". Puso las manos a la espalda, donde se las ataron con una esposas plásticas, y pidió si podía recoger su chaqueta.

Gotovina no lo sabía, pero desde el día antes de su detención estaba siendo estrechamente vigilado. Tres agentes de policía se habían alojado en el mismo hotel, a fin de controlar todos sus movimientos y, sobre todo, saber si llevaba escolta y si iba armado. Los tres policías estaban entre los comensales que estaban más cerca de Gotovina y su amigo australiano, que ni siquiera llegó a ser detenido. Los agentes que le capturaron percibieron que el ex militar incluso respiraba con cierto alivio por su captura.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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