_
_
_
_
_

EE UU intenta que las elecciones de Irak propicien la integración política de los suníes

Asesinado un candidato cuando iba a participar en un mitin en un feudo de la insurgencia

Ángeles Espinosa

Apenas unas horas antes de que concluyera ayer la campaña electoral, el asesinato de un candidato suní subrayó las difíciles circunstancias en que se celebran los comicios del jueves en Irak. La inseguridad y las diferencias sectarias constituyen el eje de las preocupaciones de los 15,5 millones de iraquíes que ese día están llamados a elegir un nuevo Parlamento que se espera incluya a los suníes. "La nueva Asamblea podrá cambiar la Constitución para hacerla más integradora", destacó el embajador de Estados Unidos en Bagdad, Zalmay Khalilzad.

Más información
Irak cierra las fronteras y se prepara para sus primeras elecciones democráticas
Bush acepta su responsabilidad en los "datos erróneos" con los que justificó la guerra de Irak

El deseo de Washington es incorporar al proceso político a la comunidad árabe suní, que boicoteó las elecciones de enero. Sin embargo, el asesinato del político suní Mezher al Duleimi da una idea de las dificultades que se encuentran en el camino.

Al Duleimi, cabeza de lista de un pequeño partido suní de la provincia de Al Anbar, fue atacado por unos desconocidos cuando repostaba gasolina de camino a su último mitin, en Ramadi, uno de los feudos de la insurgencia. Aunque su muerte podría ser obra de algún grupo extremista contrario a la participación en las elecciones, el candidato había declarado recientemente a la cadena Al Arabiya que se sentía perseguido por el Gobierno.

"He recibido informaciones según las cuales hay un esfuerzo concertado, en especial de los ministerios de Interior y de Defensa, para preparar un dossier contra mí y detenerme antes de las elecciones", declaró poco después de participar en una conferencia sobre reconciliación nacional en El Cairo. "Algunos militares que patrullan en Al Anbar han roto carteles míos y pedido a los habitantes que no me voten", se quejó.

El embajador estadounidense aprovechó una comparecencia ante la prensa para condenar este asesinato. "No importa quién salga elegido nuevo líder, su papel será trabajar con todos para enterrar las diferencias", subrayó Khalilzad que reconoció en varias ocasiones que la transición iraquí estaba siendo difícil y llevaría tiempo. El enviado también quiso dejar claro que "Estados Unidos apoya las elecciones, pero no a un candidato particular".

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Reducción de tropas

A preguntas de los periodistas, Khalilzad dijo que las negociaciones sobre la reducción de tropas se llevarán a cabo con el Gobierno saliente y expresó su deseo en que no tarde tanto en formarse como tras las elecciones de enero. "Aunque si no hay un ganador claro", precisó, "tendrá que haber discusiones para formar una coalición", a cuya formación se declaró dispuesto a ayudar, aunque dijo que preferiría no tener que hacerlo. "Sería el más feliz si no se necesitara mi ayuda, y los iraquíes lo lograran por sí mismos", aseguró.

Respecto a posibles negociaciones con terroristas, se mostró tajante. "No hay acomodo posible con [Abu Musab] Al Zarqaui, hay que llevarle ante la justicia; y lo mismo vale para los que quieren que regrese Sadam", dijo. Sin embargo, "con el resto, el llamado frente del rechazo, el proceso ya ha empezado, y la comunidad suní está cambiado su actitud, lo que está aumentando el foso entre terroristas e insurgentes". Khalilzad apuntó que uno de los temas más complicados en esa negociación va a ser el futuro de las milicias.

Precisamente ayer, durante los últimos mítines electorales, se puso de relieve el poder que han alcanzado. Abdelaziz al Hakim, el líder chií de la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII) ofreció los servicios de la Brigada Báder, la rama militar de su grupo, para garantizar la seguridad durante las elecciones. "La Organización Báder puede movilizar a 200.000 de sus hombres en todo el territorio iraquí para defender a Irak y a los iraquíes", dijo ante una reunión de un millar de líderes tribales chiíes del sur del país.

El jefe de la Brigada Báder fue más lejos, al amenazar con pasar a la acción si no le gusta el resultado electoral. "Si los baazistas regresan al poder, tomaremos las armas contra ellos como las blandimos contra Sadam Husein", dijo Hadi al Amiri. Sus palabras se interpretan como una referencia a Ayad Alaui, un antiguo baazista cuya agrupación política, la Lista Nacional Iraquí, supone la mayor amenaza para la coalición que encabeza la ASRII, la Alianza Iraquí Unida (AIU). Alaui, un chií laico, defiende suavizar el proceso de desbaazificación e iniciar la reconciliación.

La violencia electoral no se ha limitado a las palabras. Un diputado de la AIU, el jeque Yalaledin al Saghir, sobrevivió a un atentado ayer cuando regresaba a Bagdad de un mitin en el sur.

Al Saghir y el asesinado Al Duleimi no han sido los únicos candidatos víctimas de ataques y agresiones. Al menos otros dos han resultado muertos durante la campaña. Un tercero fue secuestrado y liberado dos días después.

7.655 candidatos entre 996 listas

La tercera cita de los iraquíes con las urnas este año generó una avalancha de candidaturas. A diferencia de las elecciones de enero, en estos comicios no habrá un distrito nacional único, sino 18, uno por cada provincia. En total 7.655 candidatos, repartidos entre 996 listas, se disputan los 275 escaños de la primera Asamblea Nacional soberana. Entre la maraña de nombres o los números con que se identifican cada una, destacan cinco de ellas.

- Alianza Iraquí Unida (AIU): Conocida como la lista de los clérigos por el peso del estamento clerical chií en los partidos que forman su eje (Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak, Dawa y los partidarios de Múqtada de Al Sáder). Ganó las elecciones de enero con un 48% de los votos, pero desde entonces perdió el apoyo de sus miembros más moderados y se desgastó en el ejercicio del poder y a causa de las rivalidades entre sus integrantes.

- Alianza Nacional Iraquí: Encabezada por Ahmed Chalabi, el antiguo favorito del Pentágono, es uno de los grupos que se retiró de la AIU debido a su militancia islamista. A pesar de que el polémico Chalabi, un chií laico, cortejó durante algún tiempo a los seguidores de Al Sáder, concurre a los comicios con el respaldo de sus socios del exilio.

- Lista Nacional Iraquí: Encabezada por Ayad Alaui, el favorito de EE UU. Aunque en enero sólo obtuvo un 14% de los votos, su lema Irak para todos los iraquíes espera capitalizar el sectarismo chií de la AIU, de la que se ha convertido en principal rival. Los chiíes más radicales no le perdonan su pasado baazista y el órgano de propaganda de Múqtada al Sáder le calificó de "Sadam sin bigote".

- Alianza Kurda: El pacto de los dos grandes partidos kurdos (el Partido Democrático del Kurdistán y la Unión Patriótica del Kurdistán) para concurrir en coalición a las elecciones, garantiza el máximo aprovechamiento del voto kurdo. Así resulta previsible que, como en enero, el bloque kurdo logre hacerse con un algo más de una quinta parte de los diputados.

- Frente del Acuerdo Iraquí: Encabezado por Adnan al Duleimi, es el principal representante de la comunidad suní, formado por aquellos partidos que apoyaron el a la Constitución en el referéndum del 15 de octubre.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_