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Reportaje:

Herederos de Cajal

Las neurociencias españolas parecen gozar de muy buena salud. No sólo hay cerebros con una sólida experiencia, sino muchos con gran futuro. Ésta es una muestra con seis prestigiosos investigadores que siguen el rastro de las conexiones neuronales de Santiago Ramón y Cajal. Sus trabajos nos abren puertas desconocidas y fascinantes.

José María Delgado: el potencial del aprendizaje.

Director de la división de Neurociencias de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla). Presidente de la Sociedad Española de Neurociencias.

"Nuestra línea de trabajo era el sueño de Cajal, porque él tuvo que suponer cómo se movía el impulso nervioso observando estructuras muertas". Desde los años setenta, Delgado ha defendido la idea de trabajar con animales vivos para ver el cerebro en acción. En su laboratorio investigan con ratones y tratan de descubrir cómo se almacenan los conocimientos y cómo este proceso se puede favorecer o bloquear. Su equipo ha puesto a punto una novedosa técnica que permite estudiar gran número de funciones cerebrales simultáneamente y a medida que se va produciendo el aprendizaje. "Hemos visto en vivo cómo el potencial eléctrico en la sinapsis [espacio entre neuronas] aumenta cuando se acumulan conocimientos y, lo contrario, disminuye al olvidar".

Más información
El siglo del cerebro

Óscar Marín: tras la esquizofrenia.

Investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante.

Óscar Marín es neurobiólogo del desarrollo; por ello se siente "heredero de los pasos pioneros de Cajal en la investigación sobre la formación del sistema nervioso". En su laboratorio se estudia cómo se mueven las neuronas desde el lugar en el que nacen hasta la posición en la que van a realizar su función. En los últimos años se ha visto que un fallo en esta migración puede estar detrás de muchas enfermedades neuropsiquiátricas. De hecho, el equipo de Marín ha encontrado el primer gen más claramente asociado con la susceptibilidad a la esquizofrenia. Dada la naturaleza de su trabajo, encaminado a encontrar las bases moleculares de ciertas patologías, Marín echa de menos una interacción más próxima con los profesionales en la clínica: "La neurociencia en España necesita evolucionar aumentando las interacciones con otras disciplinas".

Beatriz Rico: el 'cableado' del cerebro.

Investigadora del Instituto de Neurociencias de Alicante.

"Lo que hacemos es la parte funcional de lo que lanzó Ramón y Cajal diciendo que las neuronas no estaban unidas". En el laboratorio de Beatriz Rico se estudia el cableado del cerebro; es decir, cómo las neuronas se conectan entre sí y transmiten la información. Rico opina que, cuando se conozca el código que rige a las proteínas que actúan en el cerebro "podremos empezar a resolver muchas enfermedades del sistema nervioso". Uno de sus temores es que España no aproveche el potencial científico disponible para situarse entre los primeros países en investigación. "Los políticos no deben desaprovechar esta oportunidad. Aquí hay gente muy formada y con más entusiasmo que en Estados Unidos. Es el momento de invertir en ciencia". Junto con Óscar Marín representan la nueva generación de neurocientíficos que ha apostado por la ciencia española y que ha regresado desde sus laboratorios en otros países.

Javier de Felipe: qué nos hace humanos

Investigador del Instituto Cajal (CSIC). Madrid.

En su laboratorio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se estudia la microorganización de la corteza cerebral, la región en la que residen las facultades cognitivas más complejas. "Lo que nos interesa es investigar eso que nos hace humanos, lo que nos diferencia del resto de los mamíferos", señala Javier de Felipe. Como parte de esa búsqueda han pasado por su mesa de trabajo cerebros de todo tipo de animales, desde los más habituales en ciencia hasta rarezas como la jirafa. Reconoce que la gran barrera es la limitación obvia para la experimentación con el cerebro humano, porque no es del todo correcta la extrapolación completa de los hallazgos en ratas y ratones; a fin de cuentas, sólo dos entre los miles de especies de mamíferos. De Felipe es de los que piensan que "el avance en el conocimiento del cerebro en los años venideros cambiará la forma de ser de los humanos".

Carmen Cavada: cómo nos relacionamos.

Catedrática de Anatomía de la Universidad Autónoma de Madrid.

"Probablemente en España se da la mayor concentración del mundo de neuroanatomistas, y seguramente es debido a la huella que ha dejado Cajal". Carmen Cavada forma parte de ese colectivo. Trabaja exclusivamente con primates porque sus investigaciones van encaminadas a buscar las estructuras sobre las que se asientan funciones cerebrales superiores como la planificación, las relaciones sociales o la organización de conductas complejas. Recientemente su laboratorio ha hecho un descubrimiento que puede tener importantes implicaciones para el tratamiento de patologías como el parkinson o la esquizofrenia. En una prestigiosa revista científica, Nature, se podía leer: "No todos los días se descubre una ruta anatómica, así que es obligado dar la bienvenida al reciente hallazgo". La científica cree que el futuro de la neurociencia será "detectar los cambios que está sufriendo el cerebro antes de que aparezcan los síntomas de enfermedad, y esto llegaremos a verlo".

Alberto Ferrús: la influencia genética.

Codirector del Instituto Cajal (CSIC). Madrid.

Ferrús es uno de los herederos más directos del Nobel, ya que ocupa uno de los puestos que desempeñó el propio Santiago Ramón y Cajal, que fue el primer director de esta institución. Y para estar en consonancia con el padre de la neurociencia, el proyecto más inmediato del Instituto Cajal es convertirse en un centro nacional de investigación en el área, con traslado a un campus universitario incluido. En el laboratorio que dirige Alberto Ferrús se estudia cómo la información genética se transforma en funciones del sistema nervioso. "Básicamente queremos saber hasta qué punto lo que hace un organismo tiene su origen en el genoma". Uno de los hallazgos del investigador y de su equipo es que el simple acto de percibir lo que ocurre en el exterior modifica las conexiones entre neuronas. Sin embargo, las aspiraciones de Ferrús van mucho más allá: "Me gustaría saber cuáles son las bases celulares y moleculares de la consciencia".

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