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Crónica:Tenis | Final de Roland Garros
Crónica
Texto informativo con interpretación

Invencible

Rafael Nadal, de 20 años, conquista su segundo título parisiense al superar a Roger Federer y suma 60 partidos sin perder

"Tranquil!" se escuchó chillar a Toni Nadal en la primera fila del palco de jugadores. Era el momento culminante de la final que enfrentaba a Rafael Nadal y al número uno del mundo Roger Federer. El mallorquín acababa de colocarse con 6-4 en el desempate de la cuarta manga, lo que le concedía su primera bola de partido. Estaba tenso. ¡Había luchado tanto tiempo para que llegara este momento! Prosiguió su ritual: secarse los brazos, seleccionar las bolas, hacerlas botar y luego lanzar un excelente primer saque. Un momento después, una semivolea de drive del mallorquín angulada hacia el revés del suizo que éste no logró alcanzar. Y el delirio.

Nadal que se deja caer de espaldas al suelo, la raqueta que vuela, la arena que se engancha a su empapado polo, sus padres y tíos que se abrazan en el palco, la Infanta Cristina y su marido, Iñaki Urdangarín, que se levantan en una exclamación de júbilo y la pista entera que estalla en una gran ovación. Nadal acababa de ganar su segundo título de Roland Garros y se convertía en el primer jugador de la historia en París que logra revalidar su título tras haberlo conseguido el primer año que lo disputó. Mientras, un Federer incrédulo, sentado en su silla, meditando los motivos de su derrota por 1-6, 6-1, 6-4, 7-6 (7-4) en tres horas y dos minutos.

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"Toda la temporada de tierra batida de Rafa ha sido extraordinaria", se escuchó luego por los altavoces de una abarrotada pista central con 15.000 aficionados en pie. Era la voz de un Federer que, a pesar de no haber realizado un gran partido, nunca perdió la compostura. "Merece completamente ganar este torneo ¡Bravo! He dado otro paso, estar en la final. ¡Volveré el año que viene!". Entonces llegó el turno de Rafa. Tras levantar el trofeo que le había entregado el sueco Stefan Edberg, que nunca logró ganar en esta pista, y morderlo de nuevo, Rafa lanzó su homenaje al perdedor al aire. "Felicito a Roger", comenzó. "Es el rival más increíble al que me he enfrentado. Es el mejor jugador de la historia. Nunca había visto a un jugador tan completo en toda mi vida".

A continuación recordó los malos tiempos que había pasado en casa el pasado invierno por culpa de una lesión en el pie izquierdo que parecía interminable. "Gracias a toda mi familia. Nunca pensé que estaría aquí". Pero aquello formaba ya parte más de unas reflexiones personales que ha mantenido vivas toda la temporada y que le han servido para elevar su propio listón en los momentos más difíciles a los que se ha enfrentado. Una motivación suplementaria que le ha permitido elevar su propio tono, hacer añicos el récord de victorias consecutivas en tierra batida que detentaba Guillermo Vilas, y situarlo ahora ya en 60. E igualar también los dos títulos de Roland Garros que poseen los españoles Manuel Santana (1961 y 1964) y Sergi Bruguera (1993 y 1994). Sólo le supera Arantxa Sánchez, con tres.

Sin embargo, dio la impresión de que todo esto no iba a suceder cuando Federer cogió el control del partido en la primera manga y fue anotándose todos los juegos, uno tras otro, hasta colocarse con 5-0. No es que estuviera ofreciendo los mejores golpes de su amplia gama, pero estaba sacando provecho de la presión que atenazaba las piernas y los brazos de Nadal. "Notaba que las piernas no me respondían", confesó el mallorquín. Hasta que, con el inicio de la segunda manga, el partido dio un vuelco espectacular. Nadal se aseguró su saque y luego rompió el de Federer, que había dispuesto de un 40-0. Aquello pareció afectarle, porque toda su genialidad desapareció, comenzó a cometer errores y vio como Nadal se agrandaba cada vez más hasta sellar el 6-1.

En las dos mangas siguientes, ambos se serenaron. Entonces pudo comprobarse que Federer paga en tierra batida un tributo suplementario: el bote de la bola se ralentiza y ello le permite más tiempo de recuperación a su rival. Sus primeros saques y sus tiros planos pierden efectividad. Y eso lo acusa más aún contra un Rafael Nadal que mantiene, desde la primera a la última bola, una actitud combativa y una mentalidad inquebrantables. Y se va desmoronando, al comprobar, además, que debe pegar el revés altísimo -hasta 25 errores de revés cometió- y que Nadal puede atacarle si no ajusta sus tiros.

El peso de la presión sólo lo volvió a acusar Nadal justo cuando dispuso del saque para ganar el partido ya con 5-4 en la cuarta manga. Entonces Federer logró forzar el desempate, pero no salvar el partido. Nadal ganó el 10º título masculino para el tenis español en París y el 13º, agregando los tres de Arantxa. Y ya fue el año pasado el octavo campeón español en una tierra batida parisina que ayer agrandó un poco más su leyenda.

Rafael Nadal muerde la copa que le acredita como campeón de Roland Garros.
Rafael Nadal muerde la copa que le acredita como campeón de Roland Garros.ASSOCIATED PRESS

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