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Reportaje:Escalada militar en Oriente Próximo

"A nadie le importa nuestra muerte"

Alrededor de 40.000 desplazados libaneses encuentran refugio de las bombas en escuelas y centros públicos de Sidón

Ángeles Espinosa

La adversidad no ha hecho mella en la determinación de Wafaa. "Somos pocos pero fuertes", asegura esta madre de familia indignada con lo que percibe como indiferencia de la comunidad internacional. Wafaa llegó hace una semana a Sidón desde Tiro huyendo de los bombardeos israelíes. "A nadie le importa nuestra muerte", concluye tras despotricar contra Israel, Estados Unidos y Francia. Como ella, cerca de 40.000 personas han encontrado refugio en la capital del sur de Líbano y puesto a prueba la capacidad de acogida de una ciudad que también sufre las consecuencias de la ofensiva.

El viaje hasta Sidón que hace dos semanas apenas llevaba 20 minutos por la autopista de la costa, se prolonga ahora dos horas por estrechas carreteras de montaña. A partir de Naame, la autovía está hecha un colador. Además, como algunos camiones han sido objetivo de la aviación israelí, los chóferes piden tres o cuatro veces el precio normal para trasladar mercancías o se niegan directamente a ir. Las bombas han acabado con varias gasolineras en la periferia de la ciudad.

"¿Por qué nos están haciendo esto? Están fomentando el odio", se duele una mujer
En muchos lugares, la gente está durmiendo en el suelo y empiezan a escasear las medicinas
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"De momento, no tenemos desabastecimiento", tranquiliza Mayed Oseirán, médico y cónsul honorario de España en Sidón. En su hospital, hay existencias "para dos meses". Tampoco han vivido una emergencia sanitaria porque "a la mayoría de los heridos los han tratado en los hospitales de Tiro, Nabatiye o Marjayún". Sin embargo, atender a los desplazados, que casi han aumentado en un 20% la población de la ciudad, requiere un esfuerzo adicional.

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El Ayuntamiento ha abierto 80 escuelas y otros centros públicos para acogerles. Voluntarios de la Fundación Hariri y de una plataforma de ONG locales se ocupan de su atención. Pero en muchos lugares, la gente está durmiendo en el suelo por falta de colchonetas y empiezan a escasear medicamentos básicos como analgésicos, antiinflamatorios o insulina. Además, sólo existe una ducha por cada 60 personas, ya que la mayoría de los lugares de acogida no disponen de baños completos.

"Nadie se está muriendo de hambre en la calle, pero hasta ahora no se ha podido alimentar a todo el mundo como se debiera", explica Jean-Christophe Saint-Esteben, coordinador para Líbano del Movimiento por la Paz el Desarme y la Libertad (MPDL). Esa ONG española preparaba ayer en Sidón el reparto de 2.500 paquetes de comida con lo básico para una familia durante una semana. No obstante, Saint-Esteben planea ya la emergencia futura.

"Según llegue el dinero y se abra el corredor humanitario, no va a faltar comida, pero esta gente no va a poder volver a sus casas en por lo menos dos o tres semanas incluso si empiezan las negociaciones", asegura el cooperante. Por ello, junto a Nabaa, la organización local con la que trabaja el MPDL, ha empezado a organizar actividades recreativas para niños y mujeres. "Hay que entretenerles para ayudarles a recuperar la normalidad", defiende.

"Lo que necesitamos es paz. Nadie debiera vivir así", se duele sin embargo una mujer de Nabatiye, cuyo nombre, Minerva, revela como cristiana. Las bombas no distinguen entre comunidades, y la mayoría de las localidades del sur son mixtas. Si los bombardeos pretenden enfrentar a la gente contra Hezbolá, están consiguiendo el efecto contrario. "Son los israelíes los que nos están atacando", apunta Fadwa.

"Somos civiles, no tenemos nada que ver con Hezbolá", asegura Hamudi, que escapó hace dos semanas de Srifa, una de las localidades más castigadas por los ataques. "¿Por qué nos hacen esto? Están fomentando el odio", se duele Fadwa, llegada desde Beit Jbeil, donde ayer las tropas israelíes combatían cuerpo a cuerpo con los milicianos chiíes. Ambas están acogidas en la Casa del Huérfano Árabe. Allí, como en la otra media docena de centros de acogida visitados por esta enviada en Sidón, llama la atención que la mayoría de los refugiados son mujeres, ancianos y niños.

"Los hombres jóvenes se han quedado en los pueblos, por eso Israel está encontrando tanta resistencia", asegura Oseirán. Más allá de las simpatías hacia Hezbolá, es una cuestión de dignidad. "En 1982, los libaneses no tenían armas y los palestinos huyeron", recuerda el médico en referencia a la invasión israelí de entonces.

Mohamed Kamadi observa a las mujeres sin intervenir. Debe ser uno de los pocos jóvenes que no se ha quedado en Srifa. ¿Por qué? "Todos mis amigos están muertos", responde lacónico.

Bombardeo israelí contra la ciudad de Jiam, en el sur de Líbano.
Bombardeo israelí contra la ciudad de Jiam, en el sur de Líbano.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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