Crisis total en el Betis

Los responsables deportivos y de gestión del Betis se reunieron ayer durante varias horas en las oficinas del accionista mayoritario y ex presidente del club verdiblanco, Manuel Ruiz de Lopera, en busca de una estrategia de futuro para la entidad sevillana, en el que parece más que probable que no estén sus dos futbolistas más ernombrados, Joaquín y el brasileño Ricardo Oliveira.

Ruiz de Lopera convocó en su domicilio al actual presidente, José León, al entrenador, Javier Irureta, al director deportivo, Manuel Momparlet y al gerente de la sociedad, José Antonio González Flores. A apenas diez días del incio de la Liga, el equipo verdiblanco está deshecho y con varios frentes abiertos. Oliveira continúa en Brasil y Joaquín insistió ayer en su decisión de no volver a ponerse la camiseta bética.

Ante este tipo de desafíos por parte de los futbolistas, a los clubes no les suele quedar más que un par de opciones: encastillarse en lo firmado por los jugadores e intentar obligarles a que lo cumplan -incluidas las amenazas de ir al banquillo indefinidamente- o intentar salir lo mejor que se pueda de la situación. Ambas respuestas fueron sopesadas ayer por los responsables de la entidad.

Los directivos del Betis están enfadadísimos con ambos jugadores. El club sancionará al delantero brasileño con un millón de euros por retrasar su llegada a Sevilla, después de que el día 10 finalizara el contrato de cesión al São Paulo. Oliveira aseguró ayer en Brasil que el sábado se presentará en la oficinas del club de Heliópolis. La directiva del Betis se siente burlada y ridiculizada por el futbolista, lo que, paradójicamente, puede facilitar una salida para su caso. El propio Oliveira ha insinuado que podría acabar jugando la próxima temporada en Turquía, en el Fenerbahçe.

El Betis no parece dispuesto a traspasar al futbolista en estos momentos. Porque su precio de mercado no está a la altura de lo que desea ingresar el club sevillano. El ariete brasileño aún no está recuperado del todo de la gravísima lesión de rodilla que sufrió en noviembre pasado. Es probable que Oliveira no vuelva a jugar en el Betis, pero la directiva verdiblanca no vería con malos ojos una cesión mientras llega una oferta de su gusto.

El tema de Joaquín es más complicado. El jugador no sólo es el líder futbolístico del equipo sino que también es el más querido por la afición. Lo que menos ha gustado tanto al club como a los aficionados ha sido la fecha elegida por el gaditano para quemar las naves, con la Liga a la vuelta de la esquina. Irureta solía acabar sus declaraciones sobre la actitud de Oliveira con una frase común pero lapidaria: "Es un grandísimo jugador, pero nadie es imprescindible". El técnico vasco ha encajado bastante peor el órdago de Joaquín: "Lo que quiero formar es un equipo y, a una semana del comienzo, no sé si lo voy a tener. Joaquín tenía el puesto asegurado".

En el Betis ha picado en el orgullo que Joaquín esté dispuesto a irse al Valencia para ganar poco más de lo que cobra en el club sevillano, del que recibe alrededor de 1,8 millones de euros por temporada. La oferta que el jugador admite que le ha hecho el Valencia es de 15 millones más el uruguayo Regueiro, al que el club de Mestalla tasa en cinco millones. Por el momento, la oferta no vale. Ruiz de Lopera supervisará personalmente las negociaciones y tomará la decisión. Fue una de las áreas que se reservó como accionista mayoritario cuando dejó la presidencia el pasado 30 de junio. "Y es que el Betis vale una cosa con Joaquín y otra muy diferente sin él", aseguró hace unos meses cuando se planteó vender su participación en la entidad.

En el aspecto deportivo, el panorama es desolador. Irureta pidió un interior izquierdo y un centrocampista defensivo antes de los conflictos con Oliveira y Joaquín. El técnico vasco no sólo parece que perderá a sus dos estrellas, sino que tendrá que buscar casi medio equipo en menos de una semana.