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Reportaje:

125 años desafiando el sentido común

El Rey de la Magia lleva un siglo y cuarto vendiendo ilusión en su tienda de la calle de la Princesa de Barcelona

El Rey de la Magia, la conocida tienda situada en el número 11 de la calle de la Princesa de Barcelona, lleva 125 años vendiendo ilusionismo. Sus artilugios, la mayoría de fabricación propia y sin una sola pizca de electrónica, siguen desafiando al sentido común y los principios más intocables de la ciencia. El establecimiento es, probablemente, el más antiguo de Europa en su especialidad. Aprovechando las pasadas fiestas de la Mercè, celebró su meritorio aniversario ante una plaza del Rei abarrotada.

El prestidigitador Joaquim Partagàs inauguró el negocio en 1881, convirtiéndolo en el espacio de referencia en toda España. Con la muerte de Partagàs, en 1931, el maestro Carles Bucheli, conocido como Carlston, tomó las riendas del establecimiento. Fue él quien dio los primeros consejos a muchos de los magos que años después gozaron de más reconocimiento: Joan Foros, Li Chang o Alis Kim.

Bucheli murió en abril de 1981 y su familia se hizo cargo del negocio, que pasó por sus peores momentos. Ante la amenaza de desaparición, el poeta Joan Brossa, gran aficionado al ilusionismo, convenció e incluso ayudó a Josep Maria Martínez y Rosa Maria Llop, actuales propietarios, para que en 1984 recuperaran el espíritu de El Rey de la Magia. Ellos también se habían iniciado en este mundo con el mago Bucheli y desde 1977 formaban la compañía Capsa Mágica, dúo que aún hoy sigue recorriendo los teatros españoles.

En 2002, Rosa Maria y Josep fundaron una escuela de magia justo detrás de la tienda, en la calle del Oli, abierta a todos los públicos. "Un día a la semana durante un par de meses y ya se tiene una primera formación", señala Rosa Maria. Josep puntualiza: "No se enseñan los trucos, porque no se pueden enseñar, pero sí la manera de aprenderlos". Ambos están de acuerdo en que, para el público, "es mejor disfrutar de la sorpresa que conocer el detalle de cómo se ha hecho".

Encima de la escuela, en el piso de arriba, montaron un pequeño teatro para 70 personas en el que se celebran sesiones de magia los sábados por la tarde y los domingos por la mañana. Al lado instalaron un precioso museo que recoge miles de instrumentos que han pasado por la tienda a lo largo de su historia. Se trata de un lugar en el que, pese a sus pequeñas dimensiones, todo tiene trampa y nada es lo que parece.

Uno de los proyectos que figuran en la agenda de El Rey de la Magia es la escenificación de un ambicioso espectáculo "que combine ilusionismo y ciencia". En él se verán involucrados, explica Josep, "otros magos e importantes científicos". Aún no se han fijado fechas, "pero ya estamos en ello".

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En el espectáculo de su aniversario, de casi tres horas de duración, los prestidigitadores Adrià y Hausson, el joven Sergi Buka y la espectacular pareja George & Margaret, que hizo aparecer un caballo de la nada, acompañaron la Capsa Màgica en una sucesión de asombrosos trucos; trucos que no se pueden desvelar, dicen, y que deben permanecer escondidos en la memoria del artista. No obstante, a pesar de su secretismo, los magos que participaron en la velada están de acuerdo en algo: "Donde hay que empezar a buscar es en El Rey de la Magia".

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