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Reportaje:El proceso para el fin del terrorismo

Golpe de efecto o antesala de la ruptura

El Gobierno considera que el robo, si lo ordenó la dirección de ETA, sería una grave vulneración del alto el fuego

El robo de las 350 pistolas en Vauvert (sureste de Francia), atribuido a ETA, ha sorprendido a La Moncloa y al Ministerio del Interior, que contaban con que la crisis por la que ha atravesado el proceso de paz este verano estaba ya encauzada. De tal modo que ayer, avanzada la tarde, no terminaba de confirmar que el robo fuera una acción de ETA o, al menos, autorizado por la dirección de la banda terrorista.

La cúpula política del Ministerio del Interior también mantenía algunas dudas sobre la autoría por algunos detalles que, a su juicio, contradicen el estilo habitual de ETA.

En todo caso, lo que el Gobierno descartaba ayer es que el robo de pistolas fuera la antesala de la ruptura del alto el fuego permanente por parte de la dirección de ETA, declarado el 22 de marzo de 2006. La información de que disponía el Gobierno, antes de conocer el robo de las pistolas, es que la banda estaba dispuesta a abrir las conversaciones con el Ejecutivo para avanzar en el cese del alto el fuego antes de fin de año, una vez que las formaciones vascas llegaran a un preacuerdo sobre el funcionamiento de futura la mesa de partidos.

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De ahí que la hipótesis que predominaba en La Moncloa, en clave política, en la tarde de ayer, es que la acción terrorista no era obra de ETA o, al menos, no era una acción decidida por la dirección de la banda.

No obstante, fuentes políticas vascas se inclinaban por que el robo de pistolas era un pulso en la tradición clásica de ETA para mostrar a la opinión pública, con un acto de fuerza en vísperas del debate en el Parlamento Europeo, que la banda no está acabada y que si no realiza actos terroristas más potentes es porque no quiere. Su intervención en momentos políticos trascendentes ha sido una práctica habitual en la historia de ETA y el debate de hoy en el Parlamento Europeo sobre el proceso de paz es interpretado por la banda y su entorno como uno de esos momentos históricos.

La Moncloa insistía ayer en su ya clásica tesis de que el proceso será "largo, complejo y difícil". En esa hipótesis tampoco descartaba del todo, aunque no lo consideraba probable, que la acción terrorista fuera obra de un grupo crítico con la orientación del proceso de paz por parte de la banda.

La acción terrorista, de confirmarse que ha sido decidida por la dirección de ETA, sería una "grave vulneración" del alto el fuego permanente del 22 de marzo, según fuentes gubernamentales, que insisten en que no tienen una confirmación de que así sea.

ETA, en su decisión de alto el fuego permanente, se comprometió con el Gobierno a que la violencia cesara absolutamente. El compromiso de ETA de cesar la violencia incluía la kale borroka y las tareas de rearme y abastecimiento, según fuentes próximas al proceso de paz. Precisamente, ese nivel de compromiso fue uno de los rasgos que hizo más creíble el alto el fuego de 2006 respecto a la anterior tregua, de 1998, en la que la banda se reservó las tareas de abastecimiento y rearme, añaden las mismas fuentes.

El compromiso de un cese absoluto de la violencia fue incumplido con el rebrote de la kale borroka, el pasado 18 de agosto, seguido durante varios fines de semana, hasta mediados de octubre, y por la irrupción de unos encapuchados en una campa de Aritxulegi, en Oiartzun (Guipúzcoa), en la que realizaron disparos al aire, el pasado 27 de septiembre.

ETA y su entorno trataron de justificar el rebrote de la kale borroka como una respuesta a las actuaciones judiciales sobre Batasuna y los presos de ETA.

El robo de pistolas, si se confirmara la autoría, supondría una escalada más en la línea de vulneración del alto el fuego, aunque ETA la somete aún a ciertos límites.

Ante esta situación, el Gobierno ayer guardó silencio y decidió esperar a tener un conocimiento absoluto de la autoría del robo y mantener, mientras tanto, su plan de actuación. La traducción inmediata de esta orientación política es que el Grupo Socialista mantendrá, hoy, en el debate en el Parlamento Europeo, su defensa sobre el proceso de paz. Sólo introdujo un cambio formal en su propuesta para tratar de lograr un consenso in extremis con el PP.

Expertos de los servicios antiterroristas analizaban ayer el asalto a la empresa de armas de Vauvert a la búsqueda de pistas sobre la estrategia de ETA. Las fuentes consultadas reconocían que el golpe les había sorprendido, no tanto por el hecho en sí, como por su dimensión.

Aunque se expresaban con gran cautela, a falta de obtener datos más precisos, dichos expertos recordaban que ETA no ha renunciado todavía a la violencia y que, mientras eso no ocurra, el abastecimiento de armas, explosivos y dinero es indispensable para la propia supervivencia de la organización terrorista.

De hecho, el comunicado de ETA que oficializó el alto el fuego permanente, a partir del 22 de marzo, no hacía ninguna referencia al abastecimiento de armas o a la extorsión, al contrario de lo que sucedió en la tregua de 1998, cuando dichas actividades no se interrumpieron en ningún momento.

La lectura optimista de esta omisión fue que ETA renunciaba al impuesto revolucionario o a la kale borroka, pero los servicios secretos advirtieron desde el primer momento que la banda terrorista recurriría a estos y a otros procedimientos en función de sus propias necesidades y del desarrollo del proceso.

"Desde el punto de vista formal, el robo de las pistolas no supone un incumplimiento del alto el fuego", señalaba ayer un experto antiterrorista. Pero tampoco se trata, agregaba, de un hecho rutinario. La propia espectacularidad de la acción tiene un significado político que va mucho más allá de la mera intendencia.

"ETA no sólo quería aprovisionarse de armas. Ni siquiera tiene pistoleros para tantas pistolas. Si las necesitaba, podía haberlas obtenido más discretamente, en el mercado negro o con pequeños robos", agregan las mismas fuentes. Por ejemplo, ETA ha seguido recaudando dinero, pero ha cambiado el tono de sus cartas, que ya no son directamente amenazantes sino que utilizan un supuesto tono de invitación.

En este caso, agregan las mismas fuentes, ETA ha querido hacer un alarde de fuerza. Y por eso no es casual ni el momento elegido, en vísperas del debate de hoy en el Parlamento Europeo, ni el lugar, en Francia.

La banda terrorista ha pretendido demostrar que tiene capacidad operativa no sólo en España, sino también en Francia, cuyas autoridades no se han dado hasta ahora por aludidas ante los reiterados llamamientos de la banda terrorista para negociar.

El asalto conectaría así con el espectáculo del pasado Gudari Eguna (Día del Soldado Vasco), el 23 de septiembre, en Oiartzun (Guipúzcoa), donde tres encapuchados blandieron fusiles y proclamaron la continuidad de la lucha armada. Las fuentes consultadas recuerdan que hace años que ETA no utiliza ese tipo de armas (probablemente Cetmes de fabricación española) en ningún atentado, por lo que su exhibición tendría un sentido más político que operativo.

Fuentes de los servicios de inteligencia españoles no comparten la opinión de quienes ven en estos hechos un síntoma de una posible escisión. Al contrario. El endurecimiento del discurso y la militarización de sus gestos sería una concesión al sector más duro, que ve en cualquier diálogo con el Gobierno el fantasma de la claudicación. "Aunque no se puede descartar que a medida que avance el proceso se agudicen las discrepancias, en este momento no hay ningún síntoma de quiebra de la cohesión interna", señalan los expertos.

La ruptura de la tregua y la vuelta a la violencia tampoco se pueden descartar, advierten las mismas fuentes. "Pero una decisión de ese tipo no se tomaría de la noche a la mañana, de la misma forma que no se improvisó la declaración de alto el fuego". Antes, habría que preparar no sólo a la organización, sino a sus propias bases.

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