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Crónica:Economía | IDEAS QUE MUEVEN EL MUNDO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Globalización

Joaquín Estefanía

No se puede ser adanista y creer que el contenido de la globalización ha nacido con nuestro tiempo. Lo que es nuevo es el concepto de globalización. Cuando Colón descubrió América o los jesuitas llegaron a China estaban globalizando el planeta, aunque no lo supieran. En la historia contemporánea hay dos oleadas de globalización: la primera ocupa la última parte del siglo XIX y la primera del XX, hasta la Gran Guerra; la segunda comienza en los años sesenta del pasado siglo y dura hasta la actualidad.

Pero sólo se utiliza el concepto de globalización -que sustituye al de internacionalización- a partir de los años ochenta, cuando cae el muro de Berlín y se autodestruye el socialismo real. Se entiende por globalización ese proceso por el cual las políticas nacionales, aquellas que se toman más cerca del ciudadano, tienen cada vez menos importancia en beneficio de esas otras decisiones que se adoptan en lugares alejados. Si se asume esta definición, el principal efecto de la globalización es más político que económico; tiene que ver con la calidad de la democracia, del sistema del que nos hemos dotado para vivir y convivir. Por ello, cuanto más profunda es la globalización, tal como la entendemos, más coincide con democracias anémicas en las que los ciudadanos tienen menos cauces de participación.

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El terreno en el que la globalización más ha avanzado es en el de la economía. No existe una globalización política, ni de los derechos humanos, ni de la justicia, ni de la ecología, etcétera. Por ello, la globalización realmente existente es una globalización deforme. Y con más exactitud, una globalización financiera. La globalización camina a tres velocidades: libertad absoluta de movimientos de capitales; libertad relativa de movimientos de bienes y servicios, y trabas cada vez más explícitas a los movimientos de personas (en una coyuntura en la que las migraciones han adquirido un papel central). Es decir, el dinero no tiene fronteras, las mercancías algunas y los hombres muchas. Además, es una globalización mutilada porque hay amplias zonas del planeta a las que no llegan sus efectos positivos: por ejemplo, la mayor parte de África.

Cuando han pasado ya tres lustros de esta etapa globalizadora, se hacen los primeros balances de la misma. Sin duda ha beneficiado a las capas más cualificadas de los países ricos y la han aprovechado otras naciones que hace dos décadas formaban parte del bloque de países en vías de desarrollo y hoy son países emergentes (España es un buen ejemplo). Pero lo que pronosticaban los hagiógrafos de la globalización feliz no se ha cumplido: esta democracia no es inclusiva. Los niveles de pobreza disminuyen muy lentamente y los de desigualdad han aumentado de forma exponencial.

Joaquín Estefanía fue director de EL PAÍS. Es autor de Hij@, ¿qué es la globalización? (Aguilar).

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