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"Los dos por una casa"

"¿Busca un riñón?", pregunta el hombre al ver que la periodista anota los teléfonos de los anuncios. "¿Vende usted uno?", contesto, tanteando el terreno. "Uno, no; dos", responde dejando un instante para la sorpresa del interlocutor antes de aclarar que no es que quiera morirse, sino que él tiene tres riñones. Abdullah es uno de esos raros casos con riñón supernumerario y en su desesperación intenta sacar partido. Pide 10.000 dólares por cada uno.

"Los necesito para comprarme una casa", se explica. A sus 34 años aún no ha podido casarse, algo que en un país que prohíbe las relaciones fuera del matrimonio constituye una tragedia personal. "Sin un buen trabajo y una casa, ninguna mujer te acepta", se duele. Su pluriempleo arreglando baterías no ha logrado sacarle de pobre.

"En este país no recibimos lo que nos merecemos", confía una vez entrados en conversación. "Tengo un amigo que emigró a Alemania hace unos años y ya tiene un buen trabajo y una casa. Me dice que yo con mi experiencia también podría lograrlo, pero para emigrar también hace falta tener dinero".

"Mire, me hirieron en la guerra", prosigue mientras se remanga una pernera del pantalón y muestra una gran cicatriz. "¿Y qué he recibido? Nada. Otros, con menos méritos, viven del cuento. No nos valoran en función de lo que merecemos. El Gobierno no ayuda. Ése es el dolor de muchos jóvenes, si yo aún puedo considerarme un joven...". Su rostro refleja 10 años más de los que declara.

"Nadie permite que le mutilen si no es por un motivo grave", concluye Abdullah, resumiendo la desdicha que se esconde tras la mayoría de los anuncios de la calle Farhang Hosseini. "Sólo tengo un problema económico, si lo soluciono no vendo mis riñones", concluye.

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