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Reportaje:Tenis | Open de Australia

"En cualquier momento te caes muerto"

Nalbandián y Sharapova, que jugaron a casi 40 grados, protestan contra las discriminaciones cuando el calor es extremo

Una decena de palabras, un párrafo en un reglamento, hicieron que los viajes de Rafa Nadal, sus intentos por adaptarse al calor, la humedad y el viento australianos se redujeran a un ejercicio de buena voluntad. Resulta que al mediodía -las cosas del efecto invernadero, de la destrucción de la capa de ozono- los termómetros de Melbourne se acercaron ayer a los 40 grados. Que la organización del Open de Australia de tenis activó su política de calor extremo. Que se suspendieron los encuentros de las pistas descubiertas mientras se cerraban los techos corredizos de las dos principales. Y que Nadal, al que le esperaba la central, la Rod Laver, el corazón del torneo, jugó bajo techo, sin viento, sol ni calor extremo. El español se impuso al estadounidense Kendrick (7-6, 6-3 y 6-2). No sufrió el castigo del sol, que llenó de lipotimias e insolaciones los puestos de primeros auxilios. Y luego se vio indirectamente señalado por los jugadores del turno anterior, los de los primeros partidos matinales, que criticaron que el Open no pare los que están en juego cuando se activa el procedimiento contra el calor.

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"A las once de la mañana ya hacía mucho calor. Nada más salir a la calle, empecé a sudar. Se han equivocado. La pista, el agua..., todo hervía. No suspender los partidos que se están jugando cuando se decide aplicar la regla es una contradicción", expone Nicolás Almagro, que sufrió los rigores en la pista 14, huérfana de sombra, para perder ante Ginepri (4-6, 6-2, 4-6, 7-5 y 6-3). Le miraba desde la barrera, gorra y crema contra el sol, Emilio Sánchez Vicario, el capitán español de la Copa Davis. Lo intentaba seguir, desvanecido, atendido por los médicos, un niño. "Aquí deberíamos jugar todos igual, sin techar. Lo que pasa es que otra vez han mirado por los que están mejor clasificados. Yo nunca vi una cosa así, tanto calor. Era agobiante. El aire venía muy caliente. La sensación térmica, sin viento, sobre una pista dura, era de 47 o 48 grados. Que se preparen: mañana dicen que viene más calor".

La advertencia, alicatada por la previsión de tormentas, ni rozó la coraza de Nadal. "Habiendo un día de descanso de por medio, el calor no es decisivo", argumentó. "No creo que afecte", insistió antes de que se supiera que las pistas exteriores no volverían a ser utilizadas hasta las 20.15, bajo el agobiante bochorno de la noche, obligando a que la jornada acabara a las dos de la madrugada. "Hay tiempo de sobra para recuperarse. Y las condiciones son iguales para los dos. Juegas contra otro. Y ése no tiene un ventilador al lado". Ayer, más de uno lo habría querido. Nalbandián, el número ocho mundial, por ejemplo.

"Jugar así, en estas condiciones, es terrible. Te sientes muy mal. Es horrible. La regla es injusta, porque no es igual para todos. Los jugadores que vienen después no juegan con este calor. Y eso, en las siguientes rondas, se nota", resumió con la cara quemada por el sol, ajeno a las largas colas de aficionados en busca de protectores solares. "Con este calor", continuó, "entras en una especie de juego mental con el contrario, porque se trata de no mostrarle que estás cansado. Sólo piensas en que termine el juego, ponerte bajo la sombrilla y beber agua para volver a empezar. Mi rival se vino abajo. No se podía ni mover. El físico que tengas da igual. En cualquier momento te caes muerto", cerró. El argentino, que vivió al borde del precipicio contra Tipsarevic -6-7 (5-7), 4-6, 7-6 (2-7), 6-0 y 2-1-, se salvó en el último suspiro, cuando el serbio no aguantó más y se retiró como antes Rochus.

"Yo creo que o no se juega en todo el día o entras en si es peligroso para la salud o no jugar", explicó Carlos Moyà, indefenso ante las ventajas que ofreció a Blake jugar en pista cubierta, sin viento (7-6, 6-2 y 6-4), igual que Beto Martín frente a Murray (6-0, 6-0 y 6-1).

Tanto apretó el sol que casi acabó con el torneo. Sharapova, la cara del cuadro femenino, estuvo a dos puntos de ser eliminada por la francesa Pin (6-3, 4-6 y 9-7). De nada le sirvió que a las mujeres se las permita parar diez minutos entre el segundo y el tercer set si lo solicitan: "Ha sido muy duro", admitió. "Era difícil pensar en qué hacer, aparte de en conseguir hacer los puntos lo más cortos posibles. Sinceramente, creo que el cuerpo humano no está hecho para jugar tres horas bajo este calor. La regla es la que es. Y no me gusta", concluyó.

Con ella coincidió Pin. "Me ardían los pies y me dolían las piernas, que me temblaban", dijo. "Me puse hielo e intenté no pensar en ello, porque sabía que el partido tenía que seguir. Durante el descanso del tercer set intenté ponerme bajo la sombra, dentro de la pista, para no desacostumbrarme a las condiciones del duelo. Normalmente, paso ese descanso bajo el aire acondicionado. Eso me aniquiló".

Rafa Nadal remata un juego.
Rafa Nadal remata un juego.ASSOCIATED PRESS

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