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La muerte de una soldado española reabre el debate sobre la seguridad en Afganistán

Idoia Rodríguez conducía una ambulancia sin inhibidores de frecuencia

La muerte de la soldado Idoia Rodríguez Buján, una lucense de 23 años, reabrió ayer con crudeza el debate sobre la seguridad de las tropas españolas desplegadas en Afganistán, 690 en total, en un momento de iraquización del conflicto. Rodríguez se convirtió en la primera militar española muerta en una misión en el exterior. Una mina de gran potencia mató a la soldado e hirió a dos de sus compañeros al explotar al paso del blindado ambulancia que ella conducía. El vehículo no estaba dotado de inhibidores de frecuencia -que neutralizan los artefactos por mando a distancia- tal y como los BMR que le acompañaban en convoy.

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Ocurrió unos 40 kilómetros al sur de Herat, donde se sitúa la base principal de las tropas españolas desplegadas en Afganistán, cuando el convoy de los cinco vehículos regresaba de escoltar a dos equipos italianos que instruyen al Ejército afgano.

Durante la visita del ministro de Defensa, José Antonio Alonso, a Afganistán, el pasado mes de enero, los mandos de las tropas españolas allí desplegadas solicitaron más soldados y más medios ante la ofensiva creciente de los rebeldes talibanes. Las propuestas quedaron aparcadas cuando, en vísperas de la reunión de la OTAN en Sevilla este mes, el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, descartó públicamente cualquier aumento de efectivos. Las tropas internacionales desplegadas en Afganistán están sufriendo un recrudecimiento del conflicto y esperan nuevas ofensivas en primavera.

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