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Goya como nexo

La pintura de Francisco de Goya (Fuendetodos, 1746; Burdeos, 1828) es el nexo que enlaza las dos muestras que componen el recorrido por el género del retrato en las colecciones del Museo del Prado. A finales del siglo XVIII, Goya recuperó en su trabajo en la corte española durante los reinados de Carlos III, Carlos IV y Fernando VII las esencias del retrato tradicional, consciente de ser parte de una larga cadena cuyo representante más destacado había sido Velázquez.

Goya se entronca con el pasado y genera modernidad. La tradición española y la reivindicación del trabajo de Velázquez están presentes en los retratos oficiales (Retrato de Carlos IV o el Retrato de la reina María Luisa de Parma), pero el genio de Goya le llevó también a abrirse a la renovación en los retratos más personales, plasmando en su pintura rasgos del carácter y la personalidad del retratado.

Las obras que han sido seleccionadas para esta exposición quieren destacar que Goya fue el gran artista de una época en la que el retrato comenzaba a cobrar un protagonismo que alcanzaría su cénit en el siglo XIX, cuando se rompieron los elitismos y el género alcanzó su mayor desarrollo.

La pintura de Goya siguió evolucionando y los retratos ganaron en introspección. La renovación técnica, más libre y con mayor expresividad, anticipó el realismo que llegó años más tarde.

El Goya pintor de la corte cierra la primera parte de la exposición de los retratos del Prado, enfrentado a la pintura de Velázquez El bufón mal supuesto Antonio El inglés, también denominada Bufón con perro.

La segunda parte de la muestra, que tiene por título El retrato español en el Museo del Prado. De Goya a Sorolla, inicia su recorrido a lo largo del siglo XIX con otras cuatro pinturas del pintor aragonés que fueron realizadas en las dos primeras décadas de esa centuria. Entre ellas destaca el Autorretrato que Goya pintó en 1815 y que es una de sus obras tardías más conocida.

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La influencia del artista de Fuendetodos se recoge en pintores posteriores como Agustín Esteve (1753-1820) y José Ribelles (1778-1835). Y en pleno Romanticismo la herencia de Goya se suma a la del Siglo de Oro en la pintura de retrato de Leonardo Alenza (1807-1845), de quien se puede ver en la exposición un autorretrato y el Retrato de niña a la moda del siglo XVIII.

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