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Mayor control sobre los explosivos

LOS ATENTADOS del 11-M evidenciaron muchos fallos en los mecanismos de seguridad del Estado. Uno de ellos fue que el control de los explosivos por la Guardia Civil dejaba mucho que desear. Había escasa vigilancia sobre los 10.000 polvorines y cientos de minas y canteras en las que se usa este material. Sobre todo en la cuenca asturiana y leonesa, donde "la cultura de la dinamita está muy arraigada", explica un experto antiterrorista.

Las recomendaciones de la comisión de investigación del 11-M llevaron al Ministerio del Interior a crear un Plan General de Control de Explosivos. Así, de noviembre de 2004 a final de 2006, la Guardia Civil hizo más de 100.000 inspecciones, detectó 1.500 infracciones e incrementó en 200 agentes las Intervenciones de Armas y Explosivos (unidades territoriales encargadas de su control).

La cuarta parte de las infracciones fueron descubiertas en Asturias, de donde procedían los explosivos usados el 11-M. "En esta región hay un montón de obras públicas y privadas que exigen la voladura de grandes rocas. Si el artificiero es un truhán, puede decir que ha gastado todos los cartuchos y distraer con facilidad alguno de ellos", comenta un técnico asturiano.

"Desde el 11-M, los controles son más exhaustivos. Y los depósitos más pequeños, que pesan 8.000 kilos, tienen que ser de acero y hormigón, casi imposibles de violentar. Además, tienen que contar con vigilancia permanente si almacenan más de 100 kilos de dinamita", recalca Gerardo, un experto artificiero asturiano. "La Guardia Civil suele hacernos inspecciones cada 15 días", añade.

Antes del 11-M no existía ningún archivo central en el que estuvieran recogidas todas las fábricas de explosivos, polvorines, almacenes, depósitos, armerías, etcétera. Ahora, ese archivo ya está "a pleno rendimiento", según un portavoz oficial.

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