_
_
_
_
_

La realidad reversible

La obra de Juan Muñoz vive en el límite de la realidad y las palabras. En sus trabajos no existe un sentido, sino un peculiar diálogo entre la afirmación y la negación. En el primer caso, el paciente espectador está condenado a un silencio que penetra y lastima. En el segundo, resuena la esterilidad de lo expresado. Sus instalaciones, habitadas por figuras antropomorfas, son en toda su materia dispersa, reversibles. Se proclaman dos veces, siempre a la vez. Double bind. Ni atadas ni desatadas. Faltan a su lugar, dice Lacan. Y del mismo modo, faltan a su propia identidad (Stuttering Piece, 1993), a su propia semejanza (Two Figures Looking Sideways, 1996), a su propia representación (Blotter Figure, 1999). Pero hablan. Hablan sin parar. ¿Y de qué se ríen? (Many Times, 2000). Es una posición esquizoide. El humor libera y el arte es ese desdoblamiento que también debe entenderse y estructurar el dominio de nuestra experiencia.

La puesta-en-abismo del dibujo y la escultura de Juan Muñoz está para siempre ligada a una mente que juega, que hace trampas o que nunca hace lo que se espera de él:la expresión del chico malo que prende fuego a su ciudad de cartón (The Burning of Madrid as Seen from The Terrace of My House, 1999). Con Juan Muñoz, el artista no es sólo el esquizoide o el psiquiatra de nuestra cultura. Es también su perverso.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_