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Autonomía para los centros

Una de las claves de la reforma es la autonomía que el Departamento de Educación va a conceder a cada colegio para que diseñe su propio proyecto lingüístico, siempre con la vista puesta en lograr las metas fijadas en el conocimiento de idiomas.

A la hora de establecer su proyecto, cada colegio debe tener en cuenta el tipo de alumnado al que atiende y el entorno sociolingüístico en el que está enclavado.

Por ejemplo, un centro educativo de Sestao (Vizcaya), donde la población es mayoritariamente castellanohablante, deberá reforzar mucho el euskera y hacer que ésta sea la lengua más importante. En cambio, una ikastola de Ordizia o Ataun (Guipúzcoa), donde el entorno es euskaldun, tendrá más facilidad para introducir asignaturas en español e inglés, dado que les será más asequible a los alumnos adquirir el nivel de euskera exigido.

La realidad es que el 80% de los ciudadanos vascos tiene el castellano como lengua materna, con lo que la mayor parte de los colegios e institutos deberán apostar por un programa lingüístico que emplee el euskera para impartir la mayor parte de las asignaturas. El trilingüismo quedaría así más reservado a los centros donde los estudiantes ya parten de un alto nivel de vasco, que preferentemente se ubican en Guipúzcoa.

Hasta que el modelo se implante de manera definitiva, los escolares que estudian en el actual sistema podrán culminar su enseñanza en él.

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