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Un viaje que divide a la disidencia

El posible encuentro con la disidencia sigue siendo el secreto mejor guardado de la visita de Moratinos. Es prácticamente seguro que el canciller español no recibirá a los opositores, sino que será otro miembro de la delegación, probablemente el director general para Iberoamérica, Javier Sandomingo, quien se reúna con representantes de la oposición cuando el ministro se haya marchado.

Nadie se mueve un milímetro de las declaraciones que hizo el domingo sobre este asunto la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez. "El Gobierno de España siempre ha buscado mantener un contacto permanente y fluido con todos los sectores de la sociedad cubana, lo hemos hecho antes y lo seguiremos haciendo. El Gobierno español se reserva el derecho de determinar el cuándo y el cómo". De cualquier modo, no parece que las críticas y exigencias del PP, que ha pedido que Moratinos en persona se reúna con la oposición, vayan a ser atendidas.

Mientras tanto, las Damas de Blanco, el colectivo que agrupa a mujeres familiares de disidentes cubanos presos, solicitaron ayer que el ministro español de Asuntos Exteriores interceda ante el Gobierno de La Habana para lograr la excarcelación de los opositores.

La disidencia ha reaccionado dividida ante la visita del ministro. Para los más moderados, como los socialdemócratas Eloy Gutiérrez Menoyo y Manuel Cuesta Morúa, no es necesario que se celebre la reunión si la diplomacia española logra a cambio incrementar su capacidad de interlocución y obtener otras cosas. Por el contrario, para los más radicales, la visita ya de por sí es negativa y si el ministro español no recibe a la oposición estará dando "una muestra de respaldo al régimen".

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