Uno de los religiosos ya sufrió el cierre de otro templo

Pepe Díaz, de 72 años, uno de los tres sacerdotes de la parroquia de San Carlos Borromeo, afirma con sorna que es "reincidente" en esto de que le cierren iglesias de manera injusta. "Debo de ser gafe, porque hace 16 años ya me cerraron la parroquia en la que estaba, Nuestra Señora de Gracia, en Moratalaz", contó ayer el sacerdote.

Díaz llegó al templo de Nuestra Señora de Gracia a finales del franquismo. "Lo que pasaba es que los sacerdotes de esta iglesia íbamos a nuestro aire; no contábamos con la jerarquía eclesiástica ni seguíamos las tradiciones religiosas. Dentro de la iglesia había reuniones clandestinas de todo tipo, pero sobre todo vinculadas a los temas socio-políticos. En esa época eso era lo que no gustaba de nosotros", explicó el cura. ¿Y entonces daba también la misa vestido en ropa de calle? "Por supuesto".

Hasta que un día, a finales de los años ochenta, todo terminó. "Me enteré por los feligreses de la parroquia de que nos teníamos que ir, de que el obispo nos echaba. A los sacerdotes no nos consultaron nada, no dejaron que nos defendiésemos. Cuando fuimos a hablar con los responsables de la Iglesia de la época se escudaron en que en el barrio de Moratalaz ya había muchas parroquias y de que había que cerrar alguna. Es decir, la nuestra, que era la que les molestaba", recordaba Pepe Díaz. Este cura recogió sus cosas y se quedó un año de "cura vago". "El arzobispado me ofreció varios destinos en otras parroquias, pero no los acepté. Lo que hice fue ponerme a trabajar como enfermero en un hospital", afirmó.

Luego, llegó la oportunidad de unirse a la parroquia de San Carlos Borromeo. Pepe Díaz se volcó con los marginados. De eso hace ya 16 años.