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Reportaje:

Y, sin embargo, es ciencia

Experimentos didácticos para todos los públicos en la feria científica de Madrid

Pedro Zuazua

Lentejas, un microondas, bombillas y un tarro de pepinillos en científico desorden. Una figura oronda, de frondosa barba, pelo despeinado, corbata de Homer Simpson y aire de investigador de antaño, utiliza estos elementos para divertir a la gente mientras les enseña algunos trucos de la ciencia. Es Miguel Cabrerizo, catedrático de la Universidad de Granada. Él es uno de los más de 2.500 participantes en la Feria Madrid es Ciencia 2007 (www.madrimasd.org) que hoy cierra sus puertas. Cabrerizo encarna el objetivo de la misma: acercar la investigación a la calle.

"Te juro que es la primera vez que entro", dice Rubén, de 14 años, a las puertas de un laberinto que se resuelve con claves matemáticas. Dentro del mismo, hay que buscar a una chica que da la contraseña necesaria para abandonarlo. Rubén va directo hacia ella y luego a la salida. "Es que ya había entrado otra vez", dice con cara de pillo. "Todos los laberintos tienen solución", explica Raúl tras un mostrador en el que se enseña la historia de estas estructuras y cómo salir de ellas. Tiene 15 años y lo explica sin complicaciones ni términos raros. Los pabellones, en su mayor parte, están ocupados por jóvenes procedentes de colegios o institutos. "Uno de nuestros objetivos es alejar la ciencia de esa imagen complicada que a veces transmite, y los jóvenes lo explican con sencillez, de una manera muy atractiva", explica José González, director del evento.

"¿Quiere probar una catapulta?". Dice un chico con gafas y de uniforme mientras va explicando cómo funciona el artefacto. Si la respuesta es afirmativa, se puede probar la puntería contra un muro de cartón. Eso sí, tranquilidad en el frente, que el proyectil apenas pesa.

Unos metros fuera del alcance de la catapulta está una cama de púas sobre la que los visitantes se pueden tumbar. Antes de recostarse, se coloca un papel que "certifica" que el susodicho "ha sobrevivido" a la prueba. La espalda está intacta, pero el papel termina agujereado. También hay sitio para aquellos con mayores ambiciones que sobrevivir. Si le intriga cómo construir un agujero negro, viajar en el tiempo o teletransportarse, en la feria encontrará la solución.

"Esto se hace con imanes", dicen Paula y Samuel, de cuatro años, mientras pintan un marcapáginas. Están vestidos de chinos. Goya, una de las profesoras, ayuda a otro grupo de alumnos, más inquietos. "¿La paciencia es la madre de la..?", dice ella. "Ciencia", responden a coro.

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Sobre la firma

Pedro Zuazua
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, máster en Periodismo por la UAM-EL PAÍS y en Recursos Humanos por el IE. En EL PAÍS, pasó por Deportes, Madrid y EL PAÍS SEMANAL. En la actualidad, es director de comunicación del periódico. Fue consejero del Real Oviedo. Es autor del libro En mi casa no entra un gato.

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