Gallardón y Thyssen, segundo asalto

La imagen se repite, y Carmen Cervera, vicepresidenta vitalicia de la Fundación Thyssen, ha anunciado que hoy se sumará a la manifestación convocada por grupos ecologistas por el futuro de la arboleda del paseo del Prado. Será el segundo asalto de un combate que puso hace un año al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, contra las cuerdas.

Si entonces la batalla se centraba en la supuesta tala de 700 árboles prevista en el proyecto de reforma del eje Prado-Recoletos, ahora el enfrentamiento se produce por la congelación del nuevo proyecto y el secretismo del Ayuntamiento. La dura polémica de hace 12 meses se zanjó cuando Gallardón anunció que se abría un nuevo periodo de alegaciones públicas al proyecto de reforma Prado-Recoletos, llamado Trajineros y capitaneado por los arquitectos Álvaro Siza y Juan Miguel Hernández de León. El alcalde decidió entonces que expondría el nuevo proyecto al público (probablemente en el palacio de Correos) después del verano de 2006.

Los ecologistas protestan porque el alcalde no ha presentado aún esa exposición, y por tanto no se ha podido abrir un nuevo periodo de alegaciones públicas.

En pleno periodo electoral se llega a un nuevo punto de fricción entre las partes. U

n nuevo cruce de acusaciones entre el Ayuntamiento, los arquitectos y el museo aireado ante la nueva manifestación convocada para hoy en Madrid.

El Thyssen acusa al Ayuntamiento de mantener durante los últimos seis meses absoluto silencio en torno al futuro proyecto y de no responder a su última carta (enviada a principios de noviembre de 2006). El Consistorio acusa al museo de lo mismo. Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid,

asegura que a finales de noviembre envió una misiva a la presidenta del Patronato del Thyssen (la ministra de Cultura, Carmen Calvo) para que se pronunciase sobre las nuevas soluciones. En esa carta, el Ayuntamiento reclamaba una respuesta, que dicen no haber recibido. Pero lo cierto es que esa respuesta ya se había enviado desde el museo al equipo de arquitectos del Ayuntamiento en la primera semana de noviembre.

Precisiones

Desde el Thyssen, el director gerente del museo, Carlos Fernández de Henestrosa, afirma que la última noticia que han tenido del estado del proyecto se remonta a finales de septiembre.

Reciben un borrador del nuevo proyecto con planos adjuntados enviado, a instancias del Ayuntamiento, por el arquitecto Juan Miguel Hernández de León. Una semana después, el 3 de octubre de 2006, se reúne el Patronato de la Fundación Thyssen, en cuyo acta se manifiesta su buena disposición ante la nueva propuesta. Se empieza a llegar a un acuerdo.

Pese a todo, el museo tiene algunas dudas y exige una serie de precisiones. Solicitan, en la citada carta de principios de noviembre, información más detallada sobre el tráfico rodado en la zona, sugieren la posibilidad de desplazar el carril-bus y piden una matización sobre términos como "afectación" de la arboleda "histórica". Hasta hoy no han tenido respuesta.

"No tenemos prisa en sacar adelante el proyecto", señalaba ayer Manuel Cobo. "Queremos estudiarlo con mucho detalle para que cuente con el apoyo de todos", agregó el vicealcalde, que insiste en que jamás han recibido ninguna alegación "oficial" del museo y que aún esperan la respuesta a su primera carta.

Oficialmente, el nuevo proyecto de Trajineros sigue siendo una incógnita. Y el Ayuntamiento posterga cualquier información para después del periodo electoral. Según el arquitecto Juan Miguel Hernández de León, desde hace un mes existe un plan definitivo.

Un portavoz del Colegio de Arquitectos de Madrid aseguró ayer que ya han dado el visto bueno al plan especial urbanístico que supone el plan Trajineros. "Contiene todas las alegaciones que se hicieron en su día -hace un año- y los requerimientos que han hecho desde el museo", precisa la portavoz contradiciendo al Ayuntamiento.

Fuentes de Cultura explican la enrevesada situación: "El Ayuntamiento pide al Thyssen que haga alegaciones públicas al borrador del proyecto; por su parte, el Patronato dice que hasta que no se haga público el proyecto definitivo, no hará públicas sus alegaciones. Y así se retrasa todo hasta que quieran. Es el pez que se muerde la cola", concluye.