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Elecciones 27M

Jaume I regresa forzado a El Puig

Miquel Alberola

Francisco Camps ha tenido que desempolvar el libro del padre Burns sobre Jaume I, ponerse el yelmo dragoneado y regresar al punto del que partió en su andadura hacia la Generalitat hace cuatro años. Entonces acomodó su agenda a la estela del rey, que inició la conquista de Valencia sobre el cerro del antiguo puig de Sebolla, en el que la leyenda dice que fue encontrada antes del sitio una talla de la Virgen María.

Pero Camps tuvo que abandonar esa senda y renunciar a los signos con los que se invistió para diferenciarse de Eduardo Zaplana nada más llegar a la presidencia del Consell y producirse la ruptura con su antecesor. Incluso tuvo que poner el rumbo hacia las antípodas para contrarrestar la exagerada imagen abertzale que el ex presidente le atribuía en los círculos con mayor irritación españolista del PP.

Durante toda la legislatura que ahora se agota Camps ha ofrecido y solemnizado el escorzo opuesto a Jaume I con idéntica profesionalidad, utilizando el valenciano menos que nunca y llegando incluso a vaciar de contenido la fiesta del Nou d'Octubre para embutir en su interior un homenaje de los líderes regionales del PP a la Constitución, que sólo era una estrategia contra el plan Ibarretxe y cualquier propuesta formulada desde una lectura pluralista de España.

Sin embargo, ayer el presidente no tuvo más remedio que recuperar su remoto embalaje semiótico, convocar a los suyos en El Puig, hacerles recitar un poema patriótico de Estellés y apelar a Sant Jordi para cerrar fisuras electorales y tratar de neutralizar un acto regionalista montado por un partido extraparlamentario que repartía raciones de paella y rifaba motos.

Luego, para rematar la operación, soltaría a Vicente Ferrer contra "los manifestantes catalanistas" del sábado. La presión electoral se ha vuelto tan acuciante que el presidente cerró su propio círculo con un grito ("Estamos hartos de que nos digan lo que tenemos que hacer") que no hubiese desentonado en esa misma manifestación.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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