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Reportaje:Fútbol | Espanyol-Sevilla, la gran final de la Copa de la UEFA

El 'momento De la Peña'

El españolista, ante su primera oportunidad de protagonizar una final

José Sámano

Jamás jugó en su tierra natal, no pudo triunfar en el equipo que le deslumbró desde su infancia y la selección de su país le ha mantenido exiliado durante más de una década. A Iván de la Peña (Santander, 1986), uno de los grandes prestidigitadores del fútbol, le ha costado más de la cuenta estabilizar su carrera. Él, un seductor desde que se afeitó para ponerse un balón por cabeza, ha pagado las erráticas decisiones de su entorno y la absurda tendencia de muchos equipos españoles a pavonearse con el mercado exterior. A un filigranas extranjero se le suele disculpar su ineficacia defensiva y ensalzar su capacidad de riesgo para el penúltimo toque. Si el asunto se refiere a jugadores del corte de Iván o Guti, especialistas de primera en la difícil suerte del pase que cita a sus compañeros con el gol, las críticas se acentúan. De la Peña, como Guti, forma parte de la reserva espiritual de ese fútbol metalúrgico y computerizado que prevalece en demasiados escenarios.

No pidió explicaciones ni cuando Cruyff dijo que el masajista del Barça tenía mejor zurda
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Al contrario que muchos de sus colegas, Valverde, su técnico en el Espanyol, le ha blindado con el tajo de Moisés. Con lo Pelat al mando, el juego del equipo es más lubricado y Valverde, tan sensible para este deporte como para el arte de la fotografía, no tiene reparos. Hoy, por fin, De la Peña se siente un futbolista valorado. Es tan importante en el campo como en el vestuario, porque el fútbol siempre fue para él más que una pasión. A sus 31 años, en el Espanyol ha encontrado el mejor acomodo de su carrera y entre los feligreses blanquiazules nadie discute que muchas de las opciones del equipo catalán pasan por la chistera del cántabro. Ha llegado el momento De la Peña, proclama el espanyolismo.

Iván ya tiene dos títulos europeos en su mochila, pero en ninguno se sintió tan importante como podría sentirse hoy si levanta la Copa. Fue titular en la Recopa que el Barça de Robson le ganó al PSG en 1997, pero todas las portadas de entonces eran para Ronaldo, al que tantas veces guió hacia el gol. Dos años después, el calvo no disputó un minuto en la final de la misma competición en la que el Lazio frustró al Mallorca. En Roma, De la Peña había iniciado una penosa emigración en búsqueda de reconocimiento deportivo y una lunática cuenta corriente. Sólo consiguió lo segundo. Nadie le advirtió de que el Lazio y el Marsella eran dos de las sociedades más volcánicas del fútbol europeo, dos entidades con grandes corruptelas internas y graves problemas externos por los excesos de sus fanáticos.

La aventura de Iván fue un tormento y de regreso a casa muchos pensaron que llegaba en busca de un cómodo retiro. No fue así, y hasta Aragonés tuvo darle carrete en la selección. Una vez más, De la Peña se encontró con un técnico poco adepto y fue despedido del equipo nacional sin haber dado más motivos que otros muchos. Él no pidió explicaciones. No lo ha hecho nunca, ni siquiera cuando Johan Cruyff, el gran mecenas de su juventud, proclamó ante un amplificador mediático que la zurda de Ángel Mur (entonces masajista del Barça) era mejor que la de Iván. Un decenio después, nadie ha conseguido adiestrar a De la Peña, que mantiene con esplendor su fútbol de mentira: su cuerpo y su cara delatan una cosa y sus pies otra muy diferente cuando contactan con la pelota. A Iván no le falta imaginación, pero le piden sudor; a otros les sobra sudor, pero nadie les pide imaginación. Y en un juego colectivo todo tiene cabida. Valverde lo sabe. Lo Pelat lo supo siempre, desde que siendo un crío le hicieron creer que haciendo lo que hacía era un genio.

SCIAMMARELLA

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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