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Reportaje:LA DEMOCRACIA CUMPLE 30 AÑOS

Arcaicos mimbres con boina

La democracia y la transición se hicieron sobre un riguroso monopolio televisivo estatal muy aburrido

Lo asombroso de aquellas primitivas elecciones de junio, con ser todo tan extraordinario, era la profunda miseria mediática en la que entonces estábamos sumidos. No sólo éramos la última dictadura digamos seria del mercado occidental, todo un récord, sino que al mismo tiempo que incurríamos patosamente en normalidad democrática estábamos empezando a construir una economía de consumo con dos décadas de retraso sobre el horario previsto por el meridiano capitalista y la gran crisis energética, la del petróleo de 1973, también señalaba el principio de lo que luego se llamaría globalización. Y todo esto de un tacazo -la democracia, la sociedad de consumo de masas y el despertar de la globalización- y desde aquellos arcaicos mimbres audiovisuales con boina que para lo esencial se reducían a una televisión y media de riguroso monopolio estatal, pero sobre todo muy aburrida y para nada pop, y sin que existiera aquella mínima e imprescindible libertad y pluralidad de esas empresas no sólo mediáticas y que entonces, no olvidemos en este aniversario, eran exclusiva del Opus Dei.

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Lo asombroso es que hayamos salido vivos y coleando de aquellas primeras elecciones y de aquella transición que no sólo era transición política sino, sobre todo y al mismo tiempo, transición económica, industrial, tecnológica, cultural y global. Detalle que siempre se nos escapa. Y precisamente de aquel embarullar transiciones privilegiando exclusivamente la política proceden todas nuestras miserias históricas, políticas e industriales.

Seamos serios: sometidas a la prueba de la sincronización global, a la prueba del algodón democrático, aquellas elecciones de junio no hubieran pasado el examen democrático y por muchísimo menos son impugnadas en el globo de las nuevas transiciones políticas.

Insisto. Entonces, en aquel junio lejano, el mundo ya había hecho pop (que es el ruido típico del consumo de masas cuando la sociedad es libre), también había hecho crac un par de años antes, en el 73, que fue el año inaugural de la globalización, y las nuevas máquinas con las que trabajaba el hombre ya hacía tiempo que murmuraban bit.

Y la prueba de que no éramos un país raro, a pesar de tanto retraso, la miseria mediática y aquella llamativa asincronización con las nuevas e inéditas transiciones del mundo, es que las elecciones de aquel asombroso junio fueron ganadas (KO) por el director general de la única televisión entonces realmente existente. Un tío estupendo, simpático y seductor de peli italiana, pero no precisamente ajeno a la todopoderosa influencia del Opus Dei, que entonces y muy sabiamente era el único poder español que estaba interesado al mismo tiempo en las tres transiciones.

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Todos los cabezas de lista de UCD posan ante una cámara de televisión para grabar un espacio de publicidad electoral.
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