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Reportaje:

Los goles son pecado

Ronaldinho utilizó su efectividad en los golpes francos para disimular su poca incidencia sobre el juego y su contagioso absentismo laboral

Llegó Ronaldinho al Barça en 2003 y activó el círculo virtuoso de Joan Laporta. El gaucho desparramó su alegría vital sobre el césped hasta llevar al Barça al título de Liga en 2005, y al doblete, Liga y Champions, al año siguiente. "Ronnie hizo algo más grande el primer año, aunque no ganó títulos", recuerda Sandro Rosell, entonces directivo azulgrana que apostó por el delantero del PSG. "Ronaldinho devolvió el orgullo al barcelonismo", afirma el que fuera vicepresidente del club. Tras 130 partidos y 59 goles en tres cursos, Ronaldinho se marchó al Mundial de Alemania dispuesto a revalidar con Brasil el título de Japón. Al regresar ya no era el mismo.

Ronaldinho explica que, siendo duro no ganar el Mundial, lo peor vino después: "Me fui de vacaciones y no pude desconectar". Los aficionados se agolparon a las puertas de su casa, y él buscó refugio en los hoteles. "Vuelvo muy cansado", recuerdan sus compañeros que dijo en agosto durante la gira por México y Estados Unidos. No tuvo tiempo para cargar las pilas. "Lo he pagado durante todo el año". Paco Seirul.lo, responsable de la preparación física del equipo, le da la razón: "Ha tenido que trabajar mucho para poder ir tirando, pero no ha podido llegar nunca a su nivel más alto". Al igual que la plantilla, Ronaldinho se ha sometido durante el año a muchos controles físicos y en la mayoría sus valores figuraban dentro de la media. Hay coincidencia en subrayar, en cualquier caso, que le ha faltado chispa. Por dos veces ha realizado un plan específico de entrenamiento. "Nos hemos pasado muchas tardes en el gimnasio para realizar ejercicios de musculación, sin que nadie lo supiera, y ha trabajado mucho" desvela Sirul.lo. Asume bien el esfuerzo, le gusta". A efectos estadísticos, ya sea por trabajo específico o indisposición, el brasileño se ha perdido de todas maneras casi la mitad de los entrenamientos, circunstancia que generó no pocos rumores sobre su vida disoluta así como sobre su capacidad para contagiar sus ganas de fiesta a alguno de sus compañeros.

"Desde Japón no he visto una sonrisa verdadera en su cara", dice uno de sus amigos
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Ronaldinho no ha sido ajeno a las críticas que su bajo rendimiento le han reportado, especialmente en abril, cuando una amigdalitis le tuvo diez días de baja y se disparó la incertidumbre. "Es mucho más sensible de lo que parece; es cariñoso y emotivo", le reconocen en el vestuario. "Le dolió mucho que le llamaran gordo o se inventaran enfermedades que no tenía", asegura su hermano. En los servicios médicos apuntan que llegó a estar tres kilos por encima de su peso: "Eso no es estar gordo", le defienden.

Nadie lo hizo más que Frank Rijkaard, que le ha protegido hasta extremos excesivos, lo que provocó la denuncia de futbolistas como Eto'o. "Es humano, no una máquina", le justifica su entrenador. "No podemos olvidar lo mucho que le ha dado al club", insiste. "El técnico es el único que ha defendido a Ronaldinho. El club le ha dejado tirado", asegura un viejo amigo suyo. "En el fondo, no es ajeno a lo que pasa dentro del club", insiste.

Ronaldinho ha sobrevivido con goles (21 en la Liga) a balón parado. "Muchos han sido decisivos", insiste Juan Carlos Unzue, ayudante de Rijkaard. "Hizo un gran esfuerzo cuando Messi y Eto'o estaban lesionados y se vació sin estar a su mejor nivel. No podemos culparle de todos los males del equipo; su temporada no ha sido mala". El capitán Puyol coincide con Unzue: "Nos ha mantenido vivos mucho tiempo con sus goles".

El impacto que ha tenido sobre el juego, sin embargo, ha sido escaso: no ha tenido velocidad ni potencia individual y no ha activado al equipo en el campo. La sensación en el vestuario es que Ronnie se dejó ir tras perder el Mundial de clubes con el Internacional de Porto Alegre y, muy especialmente, cuando regresaron Eto'o y Messi. "Ahora os toca a vosotros", cuentan que llegó a decirle al camerunés. "Nunca superó la derrota de Yokohama. Ya no levantó cabeza. "Fue terrible como brasileño", reconoce su hermano Roberto. "Nos jugábamos el título más grande entre clubes contra nuestro rival histórico". "Desde aquella noche no he visto una sonrisa verdadera en la cara de Ronaldinho", asegura uno de sus amigos. A Ronnie se le reprocha desde entonces un cierto absentismo laboral y abandono, y se supone que fue uno de los señalados por Laporta en su arenga del martes. No ha tenido el liderazgo ni la autoridad sobre el grupo que pide su condición de tercer capitán y ha fomentado la dispersión fuera del campo, circunstancia que merman su cotización: no se conocen ofertas pese a ser declarado intransferible. La junta espera que Rijkaard recupere a Ronaldinho. Entretanto, el Barça ganó 2 a 1 el amistoso que disputó anoche en Pretoria (Suráfrica) frente al Mamelodi Sundowns.

Ronaldinho, a su llegada el martes al aeropuerto de Johanesburgo, en Suráfrica.
Ronaldinho, a su llegada el martes al aeropuerto de Johanesburgo, en Suráfrica.REUTERS

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