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Juicio por el mayor atentado en España | 11-M

"250 kilos de explosivos al alcance de cualquiera"

Endika Zulueta formuló ayer una pregunta inquietante: "¿Cómo un país con amenaza terrorista podía tener cientos de kilos de explosivos a la intemperie?". La cuestión tenía su intención porque, como defensor del minero Raúl González Peláez, pretende demostrar que la mano de su cliente era innecesaria para coger Goma 2 ECO de mina Conchita, donde "durante años hubo 250 kilos de explosivos al alcance de cualquiera". Esa dinamita se la llevó Jamal Ahmidan, El Chino, lo que Zulueta dio por hecho.

La estrategia de Zulueta consiste anular las actuaciones y, por si falla, demostrar que Raúl González no participó en el robo ni falta que hacía. Antes, quizás para la galería, zurró a las acusaciones en genérico. "Han venido a dilucidar lo nunca visto, quién no ha sido, a hablar de la cuarta trama, el quinto elemento, a juzgar otra cosa".

Zulueta se centró en Asturias, donde "el descontrol de la mina lo sabía media cuenca minera". Ya desde 2001, bien por confidentes bien tras la Operación Pipol, la policía y la Guardia Civil sabían que había tráfico de explosivos. Pero si lo de la mina era "un desastre", lo de los confidentes fue "una vergüenza", porque dieron "un saco de pruebas" sobre el trapicheo y las fuerzas de seguridad "no hicieron nada de nada". El caso es que, tal y como contó, la Guardia Civil y los empresarios mineros protestaron por la falta de control de los explosivos, porque ya desde 2002 "sabían que la dinamita sobrante se sustraía y se vendía". ¿Cuál fue la respuesta del Gobierno de entonces? "Pues que el control de los explosivos lo hicieran vigilantes de seguridad".

Y, si cualquiera podía agarrar el explosivo, ¿para qué necesitaban El Chino y Trashorras a Raúl González, si, como dijo, conocían dónde estaba la dinamita gratis?

Según Zulueta, pudo ser peor: "Si no ha pasado nada más ha sido porque Dios o Alá no lo han querido".

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