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Reportaje:La noche madrileña de los Stones

"Tan fan que me llaman Juan Jagger"

La cola ante el Vicente Calderón no era muy larga, si tenemos en cuenta que era para ver a sus Satánicas Majestades. No hubo masas, sino una llegada escalonada y el que más había madrugado llevaba allí desde las nueve de la mañana. Un hervidero multicolor con la mítica lengua de los Rollings Stones en todos sus formatos. Se retrasó la apertura de las puertas, prevista para las seis, y se avanzaba muy lento por los cacheos y registros.

- La familia 'rolling'. Fernando, Berta y Nerea, de 40, 36 y 13 años, son una auténtica familia rolling venida de Galicia. "Les he visto ocho veces. El año pasado tuve suerte: fue el único que no compré entradas por motivos laborales", explica Fernando. A Berta la "enroló" su marido, que también le ponía a su hija los discos "desde chiquitita". Sobre el rumor de que es la última gira, Fernando se ríe: "Llevo escuchándolo desde el 82. Vendrán, aunque sea en silla de ruedas".

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- Los rolling de torrejón. Juan, Isa, Noelia, Raquel y su novio Tabaré, de 52 a 13 años, llevan una camiseta negra con el símbolo del grupo en rojo y confiesan tenerlo todo: desde el monedero a la ropa interior. Él se presenta como "Juan Jagger". "Yo nací con los Rolling y los fui convenciendo a todos de que son los mejores". Aunque con sus hijas le costó más, ya que eran "más de Michael Jackson". Ahora tienen "el corazón partido". Las dos lucen la lengua pintada en la mejilla y la menor, una bandera como capa. Su padre vaticina que "son eternos, siempre harán la penúltima gira".

- Stefan, tendero 'stoniano'. "Las ventas van bastante bien, se nota que son fans muy fieles. Lo que más compran son camisetas y de la gira", dice. Vende desde cazadoras a 100 euros a calzoncillos a 20 y pañuelos a 15.

- Vero y juanje, 24 y 23 años. Llegados de Toledo y de Canarias, él es "el gran fan", ella no los ha visto nunca y ambos están aquí "por si es la última". Vero se quedó con las ganas el año pasado y tiene la entrada del concierto que no fue colgada en el corcho: "Yo a Mick lo ponía a cavar. Porque son los Rolling y al final se les perdona todo".

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- El recuerdo del 82. "Las traigo yo", dice la madre, Paloma, de 50, a lo que responden Marina y Paula, de 17 y 18, con sendas camisetas clásicas del grupo pero customizadas: "Nos traemos mutuamente". La madre aún recuerda el concierto del 82: "Muy jovencita, bailando, la lluvia, los amigos, la euforia, la marcha y el olor a porro".

- Los gemelos 'heavys'. "Llevamos toda la vida esperando este momento. Es nuestro primer concierto, con el que nos desvirgamos rollingstonísticamente hablando", dicen a coro estos dos heavys de toda la vida, con pelo largo, cinturón de balas, muchos tatuajes y vaqueros estrechos. "Un heavy siempre es rockero primero", explican los que se consideran, a sus 41 años, hijos de los Rolling. "Los nietos, la música de hoy, no es nada, puro revival".

- El grupo de las multadas. Se han plantado en la cola sin entradas, por acompañar a sus amigas Natalia, Tania y Macu, que intentan sin mucho éxito convencerlas de que las compren en la reventa. Elena estaría dispuesta a pagar "hasta 10 euros", porque no le gustan los Rolling, confiesa hablando bajito. Acaban de multar a dos de ellas con 300 euros a cada una por beber alcohol en la calle. "Eran secretas y nos han pillado", se quejan.

- El de la reventa. Chileno, 23 años, no dice su nombre porque se dedica a la reventa en sus ratos libres de fontanero. "Tenía 30 entradas y he colocado 23, me quedan de las caras, de 140 euros, que vendo a 100". Cuenta que hace la gira y "no han llenado en ningún sitio" por el precio y porque "la gente no se fía de su historial de cancelaciones".

- Polis y barrenderos. "No ha habido ningún problema. Toquemos madera", asegura un agente. A su lado, un empleado del servicio de limpieza mira con resignación cómo tiran de todo al suelo justo al lado de la papelera. "Lo siento, no puedo hablar, que estoy trabajando. Pero esto no es nada, se pondrá mucho peor".

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