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Reportaje:El cambio de imagen del Gobierno

Nombrados por teléfono

El presidente sólo citó en persona a los tres destituidos

Ni por lo más remoto los ministros salientes, ni los entrantes, imaginaron que el presidente del Gobierno iba a realizar un cambio de Gobierno a ocho meses de las elecciones generales. Para todos fue una sorpresa, excepto para la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y para el secretario de Organización del PSOE, José Blanco, que desde el lunes conocían la intención de Zapatero. Pero éste podía estar tranquilo ya que sabe perfectamente que ambos guardarían el secreto sin pestañear, como siempre lo hacen.

En efecto, el presidente dijo la verdad cuando ayer, a las diez de la mañana, en su comparecencia en el palacio de la Moncloa para anunciar los cambios, aseguró que decidió efectuarlos antes del debate del estado de la nación. Quienes conocen el proceso aseguran que la crisis de ayer estuvo a punto de producirse en febrero, cuando el entonces ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, dejó el Ejecutivo para presentarse como candidato a la presidencia del Gobierno de Canarias en las elecciones del 27 de mayo.

Zapatero únicamente comunicó su intención a Fernández de la Vega y a José Blanco
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Zapatero empezó su operación a las nueve de la mañana del jueves en el Congreso. En la Sala de Gobierno buscó a la vicepresidenta. No la encontró porque estaba siendo entrevistada en el programa Los Desayunos, de TVE. Fernández de la Vega apenas probó la taza de té que le habían servido tras la entrevista, al recibir la llamada del presidente. Se excusó aparentando total normalidad cuando se le preguntó si pasaba algo. "No, nada, asuntos de trámite", señaló sin descomponer el gesto.

Mientras tanto, el presidente llamó a Carme Chacón, que estaba estudiando las resoluciones que iban a votarse de inmediato. El comienzo de la conversación casi fue el habitual. "¿Qué tal va el PSC? ¿Qué tal Montilla?", preguntó a Chacón en su condición de diputada y dirigente del PSC. "Carme, quiero que seas ministra de Vivienda". Chacón aceptó el encargo del presidente como ha hecho siempre, desde que con él empezó en la tarea de renovación del PSOE. Zapatero le expresó su convicción y su deseo de que el PSC incrementara su presencia en el Gobierno de España "para que su implicación sea mayor". Y la jornada continuó en el Congreso, donde Zapatero estuvo toda la mañana, para culminar con la votación de las resoluciones del último debate del estado de la nación. Del Congreso marchó a La Moncloa y, a media tarde, se trasladó al palacio de la Zarzuela, donde notificó los nombramientos al Rey.

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Al regreso, conversó telefónicamente con el científico Bernat Soria, al que ofreció formalmente la cartera de Sanidad. Después, lo hizo con el director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina, al que propuso ser ministro de Cultura. Con ambos ya había conversado la víspera y les había dicho que, por favor, estuvieran localizables al día siguiente. Sólo les adelantó que quería contar con ellos para su proyecto, no les dio más detalles. Y los interlocutores no se los pidieron. Al día siguiente, en efecto, volvió a telefonearlos. A Bernat Soria le pidió ser ministro de Sanidad y a Molina, de Cultura. La conversación telefónica fue larga pero a ambos les emplazó a tener una conversación personal en breve. Los dos aceptaron. Dada la confianza después de más de tres años dentro de su Gabinete, el presidente no utilizó mucho formalismo con la ministra de Sanidad, Elena Salgado, a la que propuso asumir la cartera de Administraciones Públicas.

Sin embargo, a los ministros salientes los citó en La Moncloa. Así sucedió con el titular de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, al que telefoneó, a primera hora de la tarde, antes de que éste partiera, como tenía previsto, en el AVE a Zaragoza, para participar en la toma de posesión de Marcelino Iglesias como presidente de la comunidad de Aragón. Le pidió que estuviera en La Moncloa a las 21.30.

La conversación entre Zapatero y Sevilla fue breve, como con todos, pero cordial. El presidente agradeció vivamente al ministro su trabajo y su dedicación. Sevilla sonrió y le devolvió las gracias. Zapatero le habló de la política valenciana y de la posibilidad de que el ministro esté al frente de un posible proceso de renovación del socialismo valenciano. Sevilla aseguró al presidente que lo pensaría seriamente.

La misma cordialidad en la despedida continuó con Carmen Calvo, ministra de Cultura. Posteriormente, Fernández de la Vega propuso a Calvo que asumiera la vicepresidencia primera del Congreso, en sustitución de Carme Chacón, que pasa a ocupar la cartera de Vivienda. Calvo también quedó en responder en breve a la oferta de la número dos del Gobierno.

"María Antonia, tu has sido durante todo este tiempo una amiga y lo seguirás siendo". Esta declaración del presidente del Gobierno a la ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, fue lo que más satisfizo a esta catedrática de Derecho. Con Trujillo empezó la ronda de los cesantes. No es de extrañar esta confesión de Zapatero si se tiene en cuenta la reacción de su todavía ministra: "Presidente, claro, tú me nombraste, tú me cesas, no pasa nada". Y, además, expresado con su más amplia sonrisa.

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