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La lucha contra el terrorismo

Los nuevos etarras están poco preparados y muchos son reacios a entrar en España

Las fuerzas de seguridad aseguran que "la calidad" de los terroristas "ha bajado mucho"

Jorge A. Rodríguez

La nueva ETA está peor preparada que la vieja ETA. Los nuevos terroristas procedentes de la kale borroka o terrorismo callejero están recibiendo cursos de formación terrorista "reducidos y acelerados", incluso a vuelapluma y, además, tienen enormes dificultades para la vida en la clandestinidad, que obliga a una férrea disciplina y a permanecer largos periodos ocultos y sin pisar la calle. Los servicios antiterroristas aseguran que en la actualidad se ocultan en Francia un centenar de etarras. Sin embargo, el número de ellos que está dispuesto a atentar "no es muy elevado", según aseguró el comisario general de Información, Miguel García Valverde, durante un curso de verano sobre seguridad organizado en la localidad de Torres (Jaén) por el juez Baltasar Garzón.

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El centenar de terroristas que se calcula que permanecen en Francia pertenecen tanto a los comandos operativos y de reserva como a los once aparatos diferentes en los que está dividida la banda. La escasa preparación e incluso la falta de compromiso de muchos de los nuevos etarras ha obligado a la banda a recuperar a algunos de sus históricos pesos pesados, a pesar del cansancio que algunos de ellos han expresado al ser detenidos.

La Copa del América

La "calidad" de los miembros de la nueva ETA "ha bajado mucho" y los jóvenes detenidos demuestran "muy poca preparación". El ejemplo paradigmático de este hecho es Iker Aguirre Bernadó, de 26 años, quien fue detenido en Port Bou (Girona), cuando pretendía entrar en España para elaborar información para posibles atentados en Valencia contra la Copa del América de vela.

El joven llevaba en su poder notas manuscritas en euskera sobre cómo montar bombas, robar coches o alquilar pisos, lo que algunas fuentes denominaron "un manual para funcionar como terrorista". Ni siquiera se había memorizado las instrucciones.

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La falta de preparación obedece fundamentalmente a la "rápida renovación" de terroristas a la que se ha visto obligada la banda tras perder a 319 miembros y colaboradores desde el comienzo de la actual legislatura. Un total de 92 de ellos cayeron durante el alto el fuego y otros 22, tras su ruptura. "Todo esto nos permite afrontar con mayores garantías la lucha antiterrorista", subrayó Valverde.

La falta de preparación, incluso de medios, ha provocado situaciones curiosas. Los servicios antiterroristas franceses y españoles no salían de su asombro cuando, durante la vigilancia de uno de los últimos jóvenes detenidos en Francia, comprobaron que éste iba casi diariamente a un gimnasio. Como tampoco entendían que un veterano como Juan Cruz Maiza Artola cometiera el error de alquilar una vivienda para ocultar la impedimenta del aparato logístico a un gendarme de la localidad de Rodez.

La banda vive obsesionada por su seguridad y los últimos golpes encadenados seguramente la obligarán a nuevos cambios. Por ejemplo, algunas fuentes antiterroristas aseguran que ETA ha duplicado algunos de sus aparatos y otros los ha mezclado, siempre situando como responsable a algún veterano.

Los nuevos comandos, además, son ahora reducidos, generalmente de tres personas, una de las cuales suele ser una mujer. Algunos agentes aseguran que las etarras se han mostrado durante los interrogatorios "mucho más duras" que sus compañeros masculinos. Incluso se ha detectado la entrada de etarras de uno en uno, como es el caso de Aritz Arginzoniz Zibiaurre, detenido el 10 de julio en Santander. O el de Ander Múgica Andonegi, de 24 años, el joven que el pasado 19 de julio huyó de un taxi en Torreblanca (Castellón), al toparse con un control policial. Una huella de este joven fue localizada en un folio hallado en el coche cargado de explosivos abandonado por miembros de ETA en Ayamonte (Huelva), el 21 de junio.

Un comando tan reducido tiene mayor facilidad de movimientos y de pasar inadvertido. Además, mientras que en el pasado los comandos tenían una provincia o una comunidad autónoma concreta perfectamente delimitada, en la actualidad los nuevos comandos reciben material para cometer atentados, información sobre diversidad de objetivos y tienen libertad de movimientos. Cuando se les agota el material o se consideran quemados, regresan a sus bases en Francia.

Detalle de una de las cartas de extorsión de ETA, en la que se exige el pago de 400.000 euros.
Detalle de una de las cartas de extorsión de ETA, en la que se exige el pago de 400.000 euros.EFE

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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