"Por problemas técnicos, regresamos al aeropuerto"
Un avión sale de Barajas por la radial 322, la que utilizan los aviones que van al norte, al oeste y al sur. A los pocos minutos comienza a girar hacia el oeste y, cuando atraviesa el Soto de Viñuelas, a menos de 3.000 metros de altura, se estampa contra un buitre y el funcionamiento del motor es incierto. Los pasajeros nunca lo sabrán.
El responsable de departamento de apoyo técnico del Colegio Oficial de Pilotos de Aviación civil y comandante de Iberia retirado, Francisco Madroño, explica que "en esos casos lo normal es decirle al pasaje que hay problemas técnicos, sin más. No dar detalles".
No resulta demasiado extraño imaginar que a los pasajeros no les gustaría oír que las plumas ensangrentadas de un buitre están alojadas en uno de los motores y que la carcasa se ha desprendido.
Los impactos podrían ser algo anecdótico con las antiguas rutas de Barajas, que bordeaban los espacios protegidos. Pero desde 2005, con las nuevas pistas, unos 300 aparatos cruzan cada día, desde la mañana hasta la noche, el espacio de Soto de Viñuelas, donde hay águilas, milanos, buitres negros y leonados, búhos reales, entre otras muchas especies protegidas.
Cada dos minutos se observa un avión volando bajo sobre el encinar. Cuanto más grande es el avión, más bajo vuela y más riesgo de colisión hay. Además, en los últimos años, con la falta de carroña en la sierra, los buitres van cada vez más al Soto de Viñuelas.
Las aerolíneas están preocupadas por la seguridad pero también por el sobrecoste que les originan estos impactos. Devolver un avión al hangar, alojar a los pasajeros, fletar otro vuelo y reparar la turbina, supone un sobrecoste enorme para las compañías.
