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Crónica:Motociclismo | Gran Premio de la República Checa
Crónica
Texto informativo con interpretación

Faubel, redondo

El valenciano recupera el liderato en los 125cc, en el que es su tercer triunfo del año y el 300º en la historia del motociclismo español

Oriol Puigdemont

Hasta que la carrera de los 125cc no superó su ecuador, el que el motociclismo español consiguiera ayer, en Brno, su 300ª victoria -llevaba 299- parecía algo reservado a Jorge Lorenzo en los 250cc. Pero la posibilidad de celebrar antes un número de éxitos tan redondo fue cobrando vida a cada vuelta hasta que se confirmó a falta de nueve para que el comisario hiciera ondear la bandera cuadriculada. Entonces se abrió una carrera nueva.

Hasta ese momento, el dúo de cabeza formado por el italiano Mattia Pasini y el húngaro Gabor Talmacsi, ambos de Aprilia, había comandado la prueba sin problemas, se había escapado con dos segundos del trío que les perseguía y circulaba convencido de que el pulso final sería a cuatro manos.

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Pero la cosa cambió, y de qué manera, cuando los tres que circulaban a sus espaldas dio caza a los dos. Cinco motos en total. Las suyas, más las del checo Lukas Pesek, el ídolo local, y las de Sergio Gadea y Héctor Faubel, se distribuyeron por el asfalto. Cada uno buscaba cualquier recoveco en el que poder colocar un centímetro de neumático que diera entrada a la máquina entera.

En las rectas, el repóker se estiraba, en fila de a uno, y cada cual buscaba pegarse lo máximo al de delante para beneficiarse del rebufo, lo que en este circuito resulta bastante fácil. Al enfilar las curvas, se desplegaban a lo ancho del asfalto y cada uno se metía entonces por donde podía.

Como un acordeón, la cenefa que dibujaba el grupo de cabeza se estiraba y se encogía según el tramo por el que rodaba. Fue entonces, con el grupo reagrupado, cuando comenzó el festival de adelantamientos. Estas maniobras, arriesgadas la mayoría de las veces, son habituales cuando se trata de los 125cc, pero no por ello dejan de ser exquisitas. El poco peso de las monturas y su maniobrabilidad hace posible que los corredores hagan con ellas lo que quieran. Ahora las meten aquí y acto seguido las levantan y las colocan allí. Y todo eso a más de 200 kilómetros por hora.

Así, cada una de las cinco últimas vueltas se peleó como si fuera la final. Las posiciones se intercambiaron un montón de veces. Se superaron por el interior, por el exterior y por todos los lados. A cada metro que engullían, la tensión se enfilaba. Hasta el extremo de que el quinteto se quedó en cuarteto porque Gadea, que iba segundo, se la jugó cuando no tocaba (a falta de tres vueltas) y acabó arrastrándose por la tierra mientras trazaba una curva a la derecha aparentemente sin mayor complicación.

El accidente alborotó a la tropa y acercó a Faubel, que siempre había rodado protegido, sin meterse en líos. Sus 24 años aportan al de Llíria una experiencia determinante. Más aún en una categoría en la que los errores se suelen pagar carísimos. Una vez convencidos de que la carrera había tomado el rumbo para decidirse en el último suspiro, cada cual tomó posiciones. Pasini, que mantenía la batuta, pisó la tierra y eso hizo posible que el valenciano asomara la cabeza. Entonces apareció Talmacsi, tan feroz como siempre, y le superó en medio de una curva enlazada. Pero la fiesta le duró poco al húngaro. Sólo una curva. Faubel determinó el punto, se preparó medio instante y se coló por un hueco interior que su rival había descuidado. El error fue grave y el disgusto doble. Además del triunfo, el motociclista español también birló a Talmacsi el liderato del Mundial. Cuando cruzó la meta, el valenciano se levantó sobre las estriberas de su Aprilia y se inclinó hacia adelante. Una reverencia a todos los españoles que, como él hizo en Brno, acumulan alguna victoria en los grandes premios. Ayer Faubel firmó un triunfo redondo.

Héctor Faubel celebra su triunfo.
Héctor Faubel celebra su triunfo.REUTERS

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