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Crónica:Motociclismo | Gran Premio de la República Checa
Crónica
Texto informativo con interpretación

No hay quien ate a Stoner

Séptima victoria del australiano, que acaricia el título de MotoGP cuando todavía faltan seis carreras

Oriol Puigdemont

Los que consideraban que la explosiva irrupción de Casey Stoner en el Mundial de MotoGP era consecuencia exclusiva de la velocidad que alcanza su Ducati comienzan a cambiar de discurso. Posiblemente, la Desmosedici GP7 es la moto más potente de todas -las marcas preservan la cifra como si se tratara de la fórmula de la Coca Cola. Pero de lo que no hay duda es de que Stoner no ha ganado siete carreras únicamente dándole al mango.

Cada vez que se aúpa a su moto, se abre paso entre sus rivales como si adelantarles supusiera un mero trámite. Eso, cuando lo necesita. Ayer no fue el caso porque arrancó desde la pole. Si hasta la carrera anterior, que ganó hace un mes en Laguna Seca, nadie había conseguido imponerse saliendo el primero, el australiano perece haberle cogido gusto al tema. Ayer repitió.

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Con lo sobrado de fuerzas que circula, cuando asoma la cabeza al frente del pelotón, ya no hay quien ate en corto a Stoner. La cúpula roja de su Ducati se presentó de entrada, él defendió la posición al enfilar la primera curva y con eso bastó. Allí se acabó la historia. Por más que sus rivales adivinaron sus intenciones, sólo uno, John Hopkins, pudo pegarse a él. ¿Por qué? Porque su Suzuki es ahora una moto competitiva que, como la flecha roja de Stoner, se desliza sobre neumáticos Bridgestone, esto es, la mejor garantía para terminar con un mínimo de competitividad.

"Esto se está convirtiendo en el Mundial de los neumáticos", se quejó Valentino Rossi en Laguna Seca. "La gente es hincha de Rossi, de Pedrosa o de Stoner. Pero no de Michelin o Bridgestone", denunció Il Dottore, que, por si no tuviera suficiente con el meneo que pretende darle la Hacienda italiana -le reclama 112 millones de euros-, atraviesa su momento más delicado a nivel deportivo debido a los neumáticos que calza su Yamaha.

Lo mismo le ocurre a la Honda de Pedrosa, que ayer terminó el cuarto, a más de 15 segundos del ganador.

Tan definitiva es la diferencia entre el rendimiento de unos compuestos y otros que los dos reconocen haberse despedido del título, que parece destinado a reposar en el regazo de un rubiales con cara de pillo.

Si unos, como Rossi o Pedrosa, lloran por sus neumáticos, los dientes refulgentes que Stoner enseña cuando sonríe denotan lo contento que está con los suyos. Los Bridgestone le han reinventado como corredor y le permiten realizar maniobras que condenarían irremediablemente a rodar por tierra a cualquiera de sus rivales -abre el acelerador con la moto aún inclinada. Pero no a él. Está que se sale.

Si la temporada pasada hizo más kilómetros por el suelo que encima de su Honda fue en gran medida porque el neumático delantero que le ofrecía Michelin no le permitía apoyar el peso en el tren delantero como a él le gusta. Al probar los gomas de la marca japonesa, se le abrió una nueva dimensión, a la que va directo a ponerle pronto el cerrojo. Faltan seis carreras para que el ejercicio termine y la cuenta atrás ya ha comenzado para suerte de Stoner. Aunque, tal y como pintan las cosas, con el australiano como líder a 60 puntos de Rossi cuando sólo quedan 150 en juego, puede que no sea el único que desee dar carpetazo este año. También la historia está a favor del líder. Todo piloto que ha conseguido ganar siete carreras en una temporada ha acabado conquistando el título.

Casey Stoner, rumbo al podio.
Casey Stoner, rumbo al podio.REUTERS

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