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Reportaje:

El circo Lohan

Muy joven, muy 'sexy' y muy polémica. Lindsay Lohan fue la reina de Disney. Pero la niña prodigio, al crecer, descubrió las noches locas, el alcohol y las drogas...

La sonrisa es jovial, su rostro tiene ese frescor de los 21 años recién cumplidos, pero en los bellos ojos grises hay una mirada cansada. Por supuesto, se presenta tarde a la cita. "Es muy pronto para sus hábitos", comenta una de las múltiples publicistas, representantes o simplemente amigas que la acompañan cual guardia pretoriana, el entorno que supuestamente la protege de los paparazzi que acaban de asaltarla en el corazón de Beverly Hills, la meca de Hollywood. "Sólo llega con media hora de retraso", añade con optimismo otra de las componentes de este grupo. La tardanza es lo de menos. Lo peor es que lo que iba a ser una entrevista personal y relajada con Lindsay Lohan, la actriz más bella del año según la revista Maxim, la mujer con la que los hombres se obsesionan según GQ, se ha transformado en un circo lleno a rebosar de fotógrafos. Según pasa el tiempo, aumentan, como en las escenas escalofriantes de Los pájaros, de Hitchcock. Mientras, el grupo de sus acólitos se convierte en un ejército de zombis que no levantan la vista de sus agendas electrónicas mientras ejercitan sus pulgares. Aunque lo más terrible de la cita es que los planes y propósitos de esta musa adolescente se los lleva el viento en cuanto sale por la puerta: dos arrestos por conducir ebria; el segundo, dos semanas después de abandonar el segundo programa de desintoxicación voluntario al que se apuntó en lo que va de año.

"Quienes me critican se olvidan de que sólo quiero disfrutar de mis veinte años y de mis amigos cuando no trabajo"
"Ensayar la noche anterior me basta para rodar las escenas con frescura"
"Espero verme con una vida como la de las actrices que admiro, más tranquila, asentada, quizá casada"
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Pero como esto es Hollywood, una industria llena de descarriados, redimidos o quemados por el éxito, un mundo que ama las segundas oportunidades, hablar con Lohan te deja al menos pensando en qué fue lo que falló. O en la gran interpretación que esta reina de los teenagers es capaz de ofrecer en cada entrevista. Al menos no se trata de tiempo perdido. Porque, como subraya Lohan en referencia a su estilo de vida y a esas ganas de fiesta que la han llevado al abismo, lo único que la molesta es que es una "distracción" de lo que realmente desea: actuar. "Pero con tanto drama sobre mis salidas nocturnas, el público no se fija en ello. Así que espero que cuando esto se acabe, mi trabajo sea lo que resalte por encima de todo". El fin puede que esté cerca para su carrera. Siguiendo los pasos de Paris Hilton o Nicole Ritchie, Lohan ha sido declarada culpable por conducir borracha y sin carné. Lindsay Lohan está fuera de control.

"Es muy difícil entender lo que es crecer siendo famosa desde los 12 años. Ser una celebridad ahora es muy diferente a cuando yo tenía su edad. Y no nos olvidemos de que es una niña", afirma Jane Fonda, quien acaba de trabajar con ella en Georgia Rule. Cameron Díaz también se muestra preocupada por esta oleada de chicas malas. "¡Son tan niñas! No sé cómo habría lidiado con esto si yo hubiera estado en su situación. Es muy difícil para la gente entender la presión a la que están sometidas estas jóvenes", dice Cameron Díaz.

Pero quién es la verdadera Lindsay Lohan, ¿la niña que deslumbró en su debú a los 12 años en la película Tú a Londres y yo a California y que siguió los pasos de Jodie Foster en Ponte en mi lugar, o una mujer alcoholizada marcada por sus éxitos infantiles? Para ser tan sólo esto último, el trabajo de esta neoyorquina es tratado con mucho respeto por sus compañeros más veteranos. El desaparecido Robert Altman tuvo sus dudas a la hora de contratarla como parte del reparto de A prairie home companion (El último show), pero los temores desaparecieron cuando la vio en acción y rompió en aplausos tras su última toma. Meryl Streep afirma: "Es una actriz bella, bellísima, y mucha gente está haciendo mucho dinero gracias a ella". Meryl Streep se refiere a la Lindsay Lohan que Paris Hilton, la que fuera su amiga y compañera de las noches locas de Hollywood, describió públicamente como "calientapollas", la misma Lindsay que hace pocas semanas vio su foto en los periódicos, borracha y desmadejada, durmiendo la mona en un coche.

La actriz parece haber conseguido cargarse su carrera a juzgar por las críticas recibidas tras su última película estrenada en Estados Unidos con el profético título de I know who kill me (Sé quién me ha matado). Como Nina Jacobs, productora de Herbie: fully loaded (Herbie a tope), dijo en una entrevista en The New York Times: "Es muy triste ver alguien así, con tal carisma y atractivo en la pantalla, echado a perder".

Lohan es consciente de esta clara dicotomía en su imagen aunque no la acepta. De la misma forma en que se declaró inocente tras su arresto por conducir ebria cuando el medidor que llevaba colocado en el tobillo marcaba casi el doble del alcohol permitido en sangre, insiste en que sólo hay una Lindsay. "En todo este drama sobre mi vida se olvidan de que quiero disfrutar de mis veinte años y de mis amigos cuando no trabajo. Yo no soy más que una joven, alguien que está creciendo y que aprende con cada personaje". Lohan se defiende con elegancia y elocuencia, ocultando su mirada tras unas gafas de sol de mujer fatal. Su melena, ahora rubia, está recogida en un moño y aumenta su apariencia de madurez el corte clásico del vestido color hueso de Dolce & Gabbana que lleva. En los pies, unos altísimos stilettos negros de Viktor & Rolf. Se ríe con ganas al comentarle el contraste de este estilo conservador en su atuendo con el que muestra en muchas de esas otras fotos robadas en sus noches salvajes. "A eso voy. La otra noche iba vestida más grunge, con una cinta en el pelo y una camiseta desgastada para ir por ahí con mis amigas después del rodaje. Si hubiera ido de negro y un poco más arreglada, seguro que la gente no habría dicho las cosas que dijeron. Pero en ambos casos soy yo, la misma persona. Sólo cambia la imagen".

También es cierto que a los 21 años Lohan se sigue sintiendo una adolescente, capaz de llamarse "perezosa" y de reconocer públicamente que la única forma de ejercicio que practica es el de subir las escaleras en lugar de esperar al ascensor. "Toda una heroicidad", bromea. "Cuando no estoy en un rodaje, soy de lo más vaga. Aunque, eso sí, nada de píldoras para adelgazar", subraya ante los rumores de que sufre bulimia, algo que negó hace dos años en una entrevista en la revista Vanity Fair. "Nunca he sido bulímica. Si ingresé en el centro [de desintoxicación] Wonderland fue porque sentía que mi vida estaba fuera de control y necesitaba cuidarme. Tomé esta decisión porque quería solucionar todas mis mierdas".

Muchos otros rumores, malentendidos o realidades rodean a esta actriz que distan mucho de la imagen de princesa Disney con la que comenzó su carrera. Nancy Meyers, directora de Tú a Londres y yo a California, aún recuerda la frescura de esta actriz, que contaba por toda preparación artística con las horas delante de un espejo en las clases de ballet que daba su madre, Dina Lohan, ex rockette del Radio City Music Hall de Nueva York. "Me gusta mantener esa frescura", comenta la actriz, que jamás ha estudiado arte dramático. "No quiero sonar arrogante o despreocupada, pero lo cierto es que me he dado cuenta de que si me aprendo las escenas la noche anterior al rodaje es cuando mejor me salen. Me resulta sencillo leer el guión y expresar esa emoción tal como la siento, sin necesitar más de una lectura", explica.

Con esta facilidad, Lindsay Lohan pasó de Tú a Londres y yo a California a Ponte en mi lugar, Quiero ser superfamosa, Chicas malas o Herbie a tope. Y con cada estreno, su sueldo subía y subía hasta alcanzar los 7,5 millones de dólares con Devuélveme mi suerte o recibir incentivos como el millón de dólares que los estudios Disney pusieron en manos de una niña de 17 años en compensación por el éxito de Ponte en mi lugar.

Con el éxito aumentaron también las especulaciones sobre su vida amorosa, que comenzó oficialmente al cumplir los 18 años, junto a Wilmer Valderrama aunque antes ya se les había visto juntos como pareja. Y sobre sus curvas. A los 19 añitos, Lindsay Lohan posó imitando a su adorada Marilyn Monroe. Internet se inundó de comentarios sobre los retoques digitales que se hicieron en el cuerpo de Lohan en Herbie para ocultar sus voluptuosos senos, o sobre las declaraciones de su madre asegurando que el día en que su hija gane el Oscar se acabarán las preguntas sobre si sus pechos son postizos.

La figura de Dina Lohan tiene una gran importancia en la carrera de su hija. "Mi madre ha sufrido mucho a lo largo de su vida. Es una mujer fuerte que me ha inculcado no tirar la toalla. Me enseñó a ser quien soy, a mantenerme como soy. A decir no antes que sí. Hablo con ella de todo". Su madre es también su agente. Se divorció en 2005 del padre de Lindsay, el ex inversionista Michael Lohan, y la vida familiar de Lilo, como la llaman en la intimidad, tiene más de peculiar que de estable. "Lindsay nunca ha conocido lo que la mayoría de nosotros entendemos como estructura familiar, dados los problemas con los que ha crecido", apunta Jane Fonda.

Separados desde que Lindsay tenía tres años, la relación del matrimonio Lohan (de la que nacieron otros tres hijos más, Michael, Dakota y Aliana) fue tempestuosa, una mezcla de abusos, alcoholismo y problemas con la justicia que llevaron al padre de la actriz a la cárcel por fraude y al resto de los Lohan a ser protegidos por una orden judicial que mantiene al cabeza de familia alejado de ellos. "Mi padre es mucho, pero? ¿sabes? Le quiero. No deseo juzgarle. En cualquier caso, es mejor para mí, para nuestra relación, hablar con él. Al menos es lo que me dice mi psicoanalista", admite la actriz, que desde que Hollywood la descubrió se convirtió en el sustento económico de su familia. A su padre, al que adora, le dedicó el disco Confessions of a broken heart. Aunque se independizó hace tiempo, no le gusta dormir sola en casa, algo que la llevó a convertir el hotel Chateau Marmot en su residencia durante una larga temporada. "Ahora vivo en un apartamento. Tuve una casa y entraron a robar; quiero buscarme otra y asentarme, sentirme segura y cómoda. Confío en que mi hermanita se mude allí conmigo y con mis perros". Su hermana pequeña es la niña de sus ojos. "Está creciendo muy rápido porque quiere ser como yo".

Además de a Marilyn Monroe, Lohan admira a Julia Roberts y Angelina Jolie. "Meryl Streep también está muy arriba en mi lista, todas son mujeres que se sienten cómodas en su piel", y añade también a Madonna, con la que espera trabajar pronto, y sobre todo a Ann Margret.

Son este tipo de elecciones las que hacen pensar en la otra Lindsay, la que tiene algo más que un bonito cuerpo de 21 años. Pero una vez más su popularidad, sus curvas, que la convierten en una estrella cuya sola presencia causa un revuelo como ninguna otra celebridad, ocultan cada vez más su calidad como actriz o incluso como persona. Supuestos amoríos con Joaquin Phoenix, Benicio del Toro y James Franco; declaraciones a gritos desde un baño mientras consumía cocaína y se jactaba de ir a Nueva York a encontrarse con Jude Law, o sus relaciones con Harry Morton, hijo de Peter Morton, el dueño del Hard Rock Café, y el actor Jared Leto muestran a una Lohan cada vez más sumergida en su propio caos. "Dios quiera que su trabajo eclipse todos los cotilleos", declaró a la prensa la actriz Felicity Huffman, quien ha trabajado con ella en Georgia rule. En aquel rodaje, Lohan fue amonestada públicamente por las "continuas juergas" que intentó justificar con "excusas increíbles", tal y como comentaba en una carta "filtrada" a los medios de comunicación el productor James G. Robinson. "Uno no puede llegar tarde a un rodaje. Es una falta de respeto a tus compañeros", le dijo el director William H. Macy.

Tras su último arresto, su abogado Blair Berk recordó en un comunicado que "la adicción es una enfermedad terrible y viciosa" y que la actriz había sufrido una recaída en su proceso de desintoxicación, pero que ahora "está a salvo recibiendo atención médica". Al margen de las consecuencias legales, que pueden ser serias, a juzgar por las recientes sentencias a otras chicas malas de Hollywood, son otros los problemas que se le vienen encima a Lohan a nivel profesional. Es cierto que muchos otros actores y actrices han tenido problemas con el alcohol o las drogas y han sabido remontarlo en una industria que suele perdonar con facilidad, pero sus carreras eran más sólidas cuando les llegó el escándalo. Lohan, en cambio, puede estar a punto de perder algunos proyectos, entre ellos Poor things, un filme independiente junto a Shirley McLaine, o Dare to love me, basado en el legendario rey del tango Carlos Gardel y para el que Lohan ya se estaba preparando y había comenzado a dar clases de baile, o Chapter 27, en la que daría vida a la amante del asesino de John Lennon. Como recuerda Paul Dergarabedian, un experto analista de Hollywood, lo que al final importa es el dinero que generan tus películas. "Y a menos que puedas lograr éxitos capaces de recaudar cien millones de dólares, el margen de maniobra será cada vez más pequeño".

Lindsay Lohan se alejó de ese tipo de ingresos en taquilla hace mucho tiempo y ahora tiene además el problema añadido de ser una actriz que no puede asegurar esas cifras por sus problemas con la ley, el alcohol y las drogas. El panorama no se presenta mucho mejor en la publicidad. Lohan también parece haber perdido su credibilidad entre los grandes diseñadores de moda. Tan sólo hace unos meses, la actriz posaba del brazo de Karl Lagerfeld durante la presentación de la colección en Los Ángeles. Pero esas otras fotografías de la prensa del corazón están mucho más frescas en la mente de sus posibles patrocinadores que ya han apelado a la cláusula moral que suele figurar en los contratos para reconsiderar futuros trabajos con Lohan.

Soñar es libre, y durante la entrevista Lohan no mencionó en ningún momento la palabra alcohol, drogas o, simplemente, irresponsabilidad. Sus sueños de futuro se plagaron de Oscar y Globos de Oro, máximos galardones del mundo del cine que esta actriz confía en ganar algún día, algo que confiesa sin rubor. "Lo digo con toda honestidad porque quiero reafirmar mi imagen, que no tiene nada que ver con la que quieren dar de mí. Con suerte, espero verme en una posición similar a la de las actrices que admiro, con una vida mucho más tranquila, asentada, quizá casada. Pero tampoco me gusta ponerme metas. Prefiero tomarme cada día como viene y dejarme sorprender por lo que ocurra en cada momento. La vida da muchas vueltas".

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