Vía crucis con seis meses de embarazo
Seis meses y medio de embarazo y un feto que jamás podría vivir porque sus pulmones no se iban a desarrollar. Ignacio Z. I. y Belén M. B., residentes en Pamplona, se enfrentaron en agosto de 2006 a la necesidad de interrumpir un embarazo muy avanzado. Y a una operación difícil. "Belén lloraba sin parar mientras yo buscaba clínicas", recuerda Ignacio. Fueron los propios médicos los que les recomendaron esperar para abortar, por si se podía hacer una operación intrauterina. Pero no fue posible.
"Finalmente, encontramos una clínica en Madrid y nos fuimos para allá. La intervención costaba 2.500 euros y yo volé a Pamplona para que me dieran el volante. Allí, los médicos insistieron en que el aborto era ilegal. ¿De verdad creían que lo legal era que mi mujer llevara a término el embarazo para dar a luz a un niño muerto?".
Con la promesa de que se lo pagarían, regresó a Madrid con su mujer. "Le operaron a 400 kilómetros de casa. Tuvo que quedarse allí varios días, en unas condiciones físicas y psicológicas muy difíciles". Y recuperar después el dinero no fue sencillo. El hospital Virgen del Camino, de Pamplona, volvió a insistir en que el aborto era ilegal. Al final, después de presentar un amplio dossier y enseñar la ley del aborto, les dieron la razón.
Era la segunda vez que Belén tenía un aborto por malformaciones del feto. La primera vez, el Servicio de Salud no puso pegas para financiarlo. Pero los gastos de estancia y desplazamiento del marido nunca los han pagado. "Las prácticas conservadoras del gobierno navarro nos obligan a irnos fuera con todo lo que eso conlleva de soledad y angustia", termina Ignacio. "Es rocambolesco y triste", añade Belén. "Tienes que salir de Pamplona, en un momento duro, como si fueras un delincuente".