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La justicia británica reabre la polémica por la muerte de Diana

El juez espera "probar o descartar para siempre" la teoría de la conspiración

El lord juez Scott Baker abrió ayer la investigación sobre las muertes de Diana de Gales y Dodi al Fayed con la esperanza de que permita "probar o descartar para siempre" la teoría de que no se debieron a un mero accidente en París, sino a un atentado inspirado por el duque de Edimburgo y ejecutado por los servicios secretos británicos. La decisión final la tendrá un jurado compuesto por seis mujeres y cinco hombres, uno de ellos apellidado Fernández.

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No es habitual que las investigaciones de un coroner -juez que en el sistema judicial anglosajón está encargado de esclarecer muertes que no son por causas naturales- sean sometidas al veredicto de un jurado, pero así lo decidió en marzo la máxima autoridad judicial británica a petición de Mohamed al Fayed, padre de Dodi y multimillonario egipcio que desde el primer instante, nada más tener noticias del accidente la noche del 31 de agosto de 1997, ha defendido que se trató de una conspiración, como recordó ayer sir Scott.

El juez explicó que la investigación durará un máximo de seis meses y no incluye a la tercera víctima de aquel choque, Henry Paul, jefe de seguridad del Ritz y que esa noche iba al volante del Mercedes S-280 que se estrelló en el túnel bajo el puente del Alma de París, porque Paul fue enterrado en Francia, mientras que los cadáveres de Dodi y Diana fueron repatriados al Reino Unido.

La investigación se ha retrasado 10 años porque no podía empezar hasta que Francia hubiera concluido su propia investigación y posteriores recursos judiciales, que se prolongaron hasta 2003, y hasta que estuviera concluida la investigación que llevó a cabo el ex jefe de Scotland Yard sir John Stevens. Éste acabó sus trabajos en diciembre de 2006 y concluyó que la muerte de Diana y Dodi fue accidental.

Exposición muy prometedora

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El lord juez Baker empezó el procedimiento con la lectura de una detallada exposición cronológica muy prometedora. Por un lado, pareció marcar el terreno en contra de las teorías conspirativas al aclarar que se trata de una investigación, no de un juicio, que no hay acusados ni acusadores y que los defensores de la teoría de la conspiración han de probar una larga serie de hechos aparentemente casuales. Y se detuvo en especial en explicar que si el vehículo en el que viajaban Diana y Dodi hubiera chocado contra la pared del túnel o contra el frontal de los pilares centrales, el impacto hubiera sido mucho menor, pero que el chocar contra una de las esquinas de un pilar aumentó el efecto de la colisión.

Pero, por otro lado, abrió las puertas a que se investigaran todos los aspectos planteados por los defensores de las teorías conspirativas, como la controversia sobre si Diana estaba embarazada, sus temores a ser asesinada, las acusaciones contra Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel y ex suegro de Diana, la compra por Dodi de un anillo de compromiso para la ex esposa del príncipe de Gales o su intención de anunciar su compromiso el 1 de septiembre.

Sir Scott dedicó ayer buena parte de su exposición al trayecto elegido por el chófer Henry Paul para llevar a la pareja desde el hotel Ritz, en la plaza Vendôme, hasta la casa de Dodi en la calle Arséne Houssaye, junto al Arco del Triunfo. Paul decidió seguir la vía rápida Albert I, paralela al Sena, en lugar de los embotellados Campos Elíseos. El juez se preguntó por qué no abandonó esa vía justo antes del túnel del Alma para embocar la avenida Marceau o la avenida George V "como hubiera hecho un chófer profesional". "Pudo ser porque iba demasiado rápido o porque se lo impidió algún coche que se incorporaba desde la derecha", conjeturó, dejando en el aire la pregunta de si ese coche se incorporaba por casualidad o para obligar al Mercedes a entrar en el túnel. Parece difícil probar esto último. Tan difícil como probar que fue una casualidad...

Mohamed al Fayed habla con los periodistas a la puerta de los tribunales ayer en Londres.
Mohamed al Fayed habla con los periodistas a la puerta de los tribunales ayer en Londres.REUTERS

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