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Reportaje:Festival de Sitges

'Blade runner', al detalle

Douglas Trumbull y Syd Mead esbozan el futuro del cine

La 40ª edición del Festival de Sitges ha servido su plato fuerte con la proyección digital del montaje definitivo de Blade runner (1982), el clásico de Ridley Scott que cumple 25 años y sigue pareciendo tan joven e intemporal como el primer día. La restauración, que ha corrido a cargo del productor Charles de Lauzirika, logra que los efectos especiales luzcan con una inédita justicia al detalle: las imágenes han sido escaneadas a una resolución de 8.000 líneas por fotograma, cuatro veces superior a la usada habitualmente en una restauración de negativo. El resto de cambios son sutiles, pero se integran con armonía en el conjunto: el rostro de la actriz Joanna Cassidy ha sido insertado digitalmente sobre el de la especialista que la doblaba en una escena de acción; el iris del globo ocular que aparece al comienzo de la película se cierra ante un estallido de luz; hay fondos nuevos que suman profundidad de campo y Scott ha recuperado la imagen de dos sofisticadas strippers de su primer montaje de trabajo. La controvertida escena del unicornio sigue allí y se ha seguido prescindiendo de los elementos eliminados en 1992: el happy end a campo abierto y la voz en off.

Trumbull: "No llegaré a verlo, pero la pantalla estará directamente en tu cabeza"
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Dos de los máximos responsables de la modernidad visual de Blade runner han acompañado a Lauzirika en Sitges: el creador de efectos especiales Douglas Trumbull -también responsable de los de 2001, una odisea del espacio (1968) y director de una película tan reivindicable como Naves misteriosas (1971)- y el diseñador Syd Mead, acreditado como "futurista visual". "Cuando se estrenó la película fue un fracaso financiero", recuerda Mead, "y yo no intuía que iba a acabar siendo considerada un clásico. Para mí era un trabajo más que compaginaba, en ese momento, con mi labor como diseñador industrial para Phillips Electronics". Orfebre de las impresionantes visiones aéreas de una ciudad de Los Ángeles pre-cyberpunk, Trumbull fue un auténtico pionero en el star-system de los técnicos de efectos especiales: "En todas las películas en las que he trabajado para otros directores, he logrado que aprecien mis ideas visuales y me dejen componer escenas largas donde la historia se detiene, no hay diálogo, ni suspense, tan sólo el vuelo de una nave espacial a través de un mundo maravilloso. Ésa es mi marca de fábrica".

Si Trumbull y Mead esbozaron el futuro de la mano de Blade runner, sus actuales preocupaciones giran alrededor del porvenir del espectáculo. "Estamos muy cerca de lograr una ilusión tridimensional sin necesidad de usar esas molestas gafas. Las diferencias entre cine y teatro van a desaparecer: entraremos en mundos completamente tridimensionales", afirma Mead. Trumbull va más lejos: "No llegaré a verlo, pero será posible crear una interfaz virtual directa entre el ordenador y nuestro sistema nervioso: la pantalla estará directamente en tu cabeza. Y eso planteará un problema ético: si controlas experiencias indistinguibles de la realidad, ¿qué tipo de historias contaremos? Espero que lleguemos a eso, porque el cine ya me aburre, siempre es lo mismo".

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