Un 'tsunami' de cañas, barro y piedras
Como si hubiese pasado por encima un tsunami, el último tramo del río Girona, desde Beniarbeig hasta su desembocadura entre Els Poblets y la playa de Dénia, es desde el mediodía del viernes un dantesco escenario donde se acumulan montañas de enseres domésticos mezclados con toneladas de barro, cañas y piedras. La gigantesca riada inundó cerca de un millar de casas en un radio de unos 100 metros a cada lado del cauce fluvial. Muchas de las casas amenazan con derrumbarse debido a la fuerza con la que irrumpió el agua en ellas.
Los vecinos de Beniarbeig, El Verger y El Poblets, (unos 10.000 habitantes) encararon el día después con palas y mangueras para limpiar sus viviendas. Los operarios de los servicios de emergencias -un centenar de efectivos, entre ellos 25 miembros de la Unidad Militar de Emergencias- retiraban los escombros de las calles con excavadoras y camiones. Las labores de limpieza se prolongaron por la noche en unos pueblos que no recuperarán la normalidad en varias jornadas.