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La iglesia católica española

La revuelta del jesuita

Lo que no consiguió Tarancón de su amigo Pablo VI -la mitra para José María Martín Patino, el vicario del cardenal en Madrid-, lo ha obtenido Rouco para Juan Antonio Martínez Camino. Es una demostración de poder. Martín Patino, ya jubilado, no llegó a obispo porque es jesuita. Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús, prohibió a sus seguidores aceptar cargos eclesiásticos salvo en tierras de misión o excepciones de relevancia mundial. Fueron las razones del Vaticano para no aceptar los deseos del cardenal Tarancón.

Martínez Camino también es jesuita y ha sido nombrado la semana pasada obispo auxiliar de Madrid. El nombramiento es obra de Rouco, que es miembro de la Congregación vaticana que propone al Papa el nombramiento de prelados.

Jamás había habido un obispo jesuita en España, pero estaba cantado el ascenso de Martínez Camino. En 2003 ya aceptó ser portavoz/secretario general de la Conferencia Episcopal, solicitado también por Rouco. La Compañía de Jesús opuso entonces gran resistencia, pero también fracasó aquella vez. A cambio, su díscolo miembro dejó de vivir en residencias para jesuitas. Hoy le dan posada, como capellán, las monjas Cruzadas de Santa María.

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