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Reportaje:Violencia contra la mujer

Aprender a andar sin mirar atrás

Dos maltratadas de un centro de acogida relatan cómo salir del túnel

"Cuando vine estaba muy cabreada con todos, conmigo la primera. Sigo cabreada conmigo". María (nombre ficticio) dijo basta tras siete años de silencio. "Marcas físicas he tenido dos o tres veces, lo peor era el puteo". Hace unos meses puso la última denuncia contra su pareja por malos tratos. "Quiero recuperar mi vida". La policía derivó a María a un centro Mujer 24 horas. De allí fue enviada a una casa de acogida en la Comunidad Valenciana que hoy considera suya. Comparte piso con tres mujeres más, inmigrantes como ella.

Sentada en la mesa del comedor de la que ahora es su "casa", esta treintañera explica que ha sufrido malos tratos en varias relaciones. Pero es optimista. Quiere "trabajar mucho" y alquilar un piso. La adaptación es complicada. Todas llegan "en situación límite", subrayan en el centro. "Al principio cuesta mucho", cuenta Elena, nombre imaginario de una joven compañera de calvario de María. "Allí lo tenía todo y aquí tengo que empezar de cero". Elena soportó años de maltrato porque quería que su hija tuviera "padre y madre". Pero "me pegaba delante de ella", apunta. Un día se marchó de casa con la pequeña. Elena ha regularizado su situación porque su marido reconoció el maltrato y la sentencia fue rápida. El lunes empieza a trabajar con contrato indefinido.

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"Tiras de ellas porque les faltan fuerzas", explica una de las profesionales que las atiende. Vienen de un estrés tal "que no son capaces de desarrollar la atención de una persona en situaciones normales". Por eso, las profesionales que trabajan con ellas lo supervisan todo aunque la casa se organiza para que recobren su autonomía. "La limpieza y la comida la llevan ellas". Su rutina incluye llevar y recoger a los niños del colegio. Y en la casa ahora hay tres, que corretean por las habitaciones.

El apoyo actual de estas mujeres son cinco educadoras, una trabajadora social y dos psicólogas en este centro, uno de los cinco de la Confederación Mujeres en Igualdad en España. "Los daños físicos se curan rápido, pero los psicológicos perduran" y nadie los evalúa, subrayan víctimas y educadoras. "La sensación de alerta tarda en desaparecer, pasa mucho tiempo y siguen mirando hacia atrás".

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