_
_
_
_
_

El faraón niño ha perdido los párpados y el casquete

Jacinto Antón

La momia de Tutankamón que se exhibe al público en su tumba parece muy ajada. Es lo lógico si tienes 3.300 años. ¿Pero tanto? Indiscutiblemente está mucho peor que como la dejó Carter tras desenrollarla y practicarle la autopsia en 1926. Tres prestigiosos egiptólogos han denunciado que los achaques de la momia no se deben sólo a los estragos del tiempo y al trato que le dio Carter, sino a un estropicio posterior. El deterioro se habría producido durante un pillaje años después del hallazgo, seguramente durante la II Guerra Mundial.

La apasionante historia la explican en la prestigiosa revista de egiptología KMT (volumen 18, número 1) Dennis Forbes, director de la publicación, y dos reconocidas especialistas egipcias, Salima Ikram y Janice Kamrin. La desaparición de las clavículas, esternón y algunas costillas de la momia de Tut, así como del pectoral y el casquete o gorrito que Carter dejó en el cuerpo del faraón al estar demasiado fundidos con los despojos, fue lo que desencadenó la investigación.

Más información
Howard Carter: el enigma era él

Los tres expertos, tras consultar minuciosamente las evidencias gráficas, apuntan que Tutankamón ha perdido además los párpados y parte de las orejas, que estaban intactos cuando Harry Burton hizo las primeras y célebres fotos de la momia, tras la autopsia de Carter y Derry.

Dimensiones del pene

Los tres estudiosos creen que esos daños que presenta ahora la momia -y que fueron pasados por alto en las revisiones efectuadas en 1960, 1978 y 2005- se deben a un saqueo en la tumba que, estiman, debió suceder durante los años de la II Guerra Mundial, cuando la vigilancia y el turismo en el Valle de los Reyes eran mínimos. Los ladrones consiguieron abrir el sarcófago y arrebatar al pobre Tut sus últimas alhajas y posesiones. Durante el robo, maltrataron el cuerpo. Probablemente fue entonces, al zarandear a la momia, cuando se le desprendió el pene, reencontrado en 2005, con el imaginable alborozo, entre la arena del cajón.

Por cierto, dicho apéndice no habría tenido originalmente las reducidas dimensiones actuales, según se ha visto en la necesidad de aclarar el experto en momias Eduard Egarter Vigl. "El pene es un órgano muy vascularizado y se encoge cuando se momifica", documentó. El cuerpo de Tut está hecho polvo, pero su virilidad, pues, no debe ponerse en entredicho.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_