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Reportaje:EL TIEMBLO (ÁVILA), pueblo de la familia de Fernando Trapero | Ofensiva terrorista

"Los de la ETA han asesinado a tu hijo"

Javier Lafuente

Como siempre que estaba en El Tiemblo (Ávila), Fernando Trapero desayunó el sábado en la cafetería Yakarta, pegada al cuartel de la Guardia Civil, y a apenas 300 metros de su casa. Se sentó en el borde de la barra y pidió un café cortado. No fallaba nunca. Era una rutina que mantenía a rajatabla. Una costumbre que no quería que tuviese su hijo Fernando Trapero Blázquez en Francia. "Alguna vez nos había contado que, teniendo en cuenta en lo que estaba metido, le había pedido que no desayunase siempre en el mismo sitio, que cambiase de ruta con frecuencia", recordaban ayer José y Rosa, dueños de la cafetería.

El mal presagio se cumplió pasadas las 11 de la mañana del sábado. En el local, junto a Fernando, sólo estaban el dueño y una cocinera. Hasta que entró la madre del guardia civil, que permanecía ayer sin signos de actividad cerebral en un hospital de Bayona. "Estaba fuera de sí, casi se desmaya", recuerda José. No pudo siquiera llegar a la barra. "Fernando, vámonos, los de la ETA han asesinado a tu hijo", le dijo a su marido.

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Algunos vecinos trataban de explicar ayer cómo el ambiente de este pueblo de 4.000 habitantes cambió en el momento en que se conoció la identidad de las víctimas. "De un atentado de ETA se pasó al asesinato de un vecino del pueblo", susurraba, con ojos llorosos, David, un treintañero en una hamburguesería El Tiemblo, próxima al cuartel. Se mordía la lengua porque no quería "hablar más de la cuenta, ni decir cosas que luego no fuese a pensar". Cuando se le preguntaba si conocía a Trapero Blázquez, le salía la risa floja. "Aquí nos conocemos todos". Él, por ejemplo, venía de ver a una prima de la víctima. "Era un chaval normal, orgulloso de lo que hacía".

La familia de Trapero Blázquez es oriunda de El Tiemblo desde hace unas cuantas generaciones. Se les conoce como los periquillos, aunque nadie sabía ayer descifrar el porqué del mote. Además de Fernando y de su padre, el cuñado de la víctima también es guardia civil. Y uno de sus tíos, según varios vecinos, militar. "Una familia comprometida con velar por la seguridad de los demás", decía orgulloso un residente de El Tiemblo.

El Badulaque era uno de los bares que, según más de un vecino, frecuentaba Trapero Blázquez cuando estaba de visita en el pueblo. Un grupo de personas no quitaba ojo ayer a cualquiera que entrase en el local y resultase poco familiar. La camarera vendía lotería de navidad amablemente, hasta que se le preguntaba por algún detalle de la víctima. En ese momento, el rostro le cambiaba: "¿Que si le conocíamos? Le conocemos, habla en presente, por favor". Y, tras la aclaración, de su boca salía un deseo, muy manido, pero que hacía tiempo que no se oía: "Sólo espero que haya servido para que sea el último asesinado de ETA".

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Sobre la firma

Javier Lafuente
Es subdirector de América. Desde 2015 trabaja en la región, donde ha sido corresponsal en Colombia, cubriendo el proceso de paz; Venezuela y la Región Andina y, posteriormente, en México y Centroamérica. Previamente trabajó en las secciones de Deportes y Cierre del diario.

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