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El desafío nuclear iraní

Irán dice que EE UU debe pagar por las "mentiras" sobre su plan atómico

El Gobierno de Ahmadineyad reclama que el Consejo de Seguridad deje el caso

Ángeles Espinosa

Las autoridades iraníes se sintieron satisfechas ayer con el último Informe de la Inteligencia Nacional de Estados Unidos que afirma que la República Islámica no está tratando de desarrollar armas nucleares. Ahora esperan que el Consejo de Seguridad abandone su caso e incluso que EE UU "pague por sus mentiras". La televisión estatal celebró el documento como una "victoria", sin mencionar que la comunidad internacional aún espera que Irán suspenda el enriquecimiento de uranio, como exigen tres resoluciones de la ONU.

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"Nos alegramos cuando países que tenían dudas sobre el dossier iraní, cualesquiera que fueran sus motivos, corrigen sus puntos de vista", declaró el ministro iraní de Asuntos Exteriores, citado por los medios de comunicación oficiales.

Teherán siempre ha mantenido que su programa atómico sólo tiene propósitos civiles y, sin duda, el reconocimiento de que abandonó cualquier intención militar hace cuatro años refuerza su postura. La satisfacción oficial se traslucía en las noticias de la televisión estatal para quien el informe demostraba que Irán había sido "honesto" y que había habido defectos en la información de los servicios secretos estadounidenses.

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Ahora bien, las consecuencias que los responsables iraníes extraían de la reevaluación de sus actividades nucleares resultan más polémicas. El portavoz de Exteriores, Mohamad Alí Hoseini, insistía en lo que viene siendo uno de los argumentos oficiales, que "el envío del dossier iraní al Consejo de Seguridad [en 2006] fue ilegal". Es decir, que el caso debería volver al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), donde no se plantean sanciones y el asunto se enfoca desde una perspectiva meramente técnica.

Eso significaría también la aceptación de Irán en el club nuclear, aquellos países capaces de enriquecer uranio, una tecnología que vale tanto para producir combustible nuclear para centrales eléctricas como para fabricar armas atómicas. Pero el informe de EE UU encomienda mantener las presiones sobre Irán para que suspenda ese proceso y evitar futuras desviaciones, algo sobre lo que también insistió ayer el presidente George W. Bush.

De hecho, siguen en marcha las negociaciones entre las grandes potencias para consensuar nuevas sanciones. Más allá de las intenciones de su programa nuclear, Irán sigue desafiando tres resoluciones del Consejo de Seguridad que le exigen que cese el enriquecimiento de uranio. Por el contrario, el OIEA ha constatado que el país ha hecho progresos significativos durante 2007 al lograr el funcionamiento simultáneo de 3.000 centrifugadoras, los aparatos que se utilizan para enriquecer el uranio.

Su actitud de desafío quedó reflejada ayer en las palabras del portavoz del Gobierno, Gholamhusein Elham, quien acusó a Washington de haber hecho daño a Irán y a la opinión pública mundial con sus mentiras. "Estados Unidos debe pagar un precio por sus alegaciones", dijo.

Por otra parte, el Gobierno iraní ha expulsado al nuevo embajador canadiense, John Mundy, en aparente respuesta al rechazo de Canadá a varios diplomáticos que Irán había propuesto como jefes de misión en Ottawa. Mundy, recientemente nombrado, aún no había tenido ocasión de presentar sus credenciales. La medida cogió por sorpresa al enviado canadiense. "Se ha tratado de algo inesperado", aseguró a este diario un embajador europeo que había cenado con él dos días antes. Las relaciones entre ambos países se encuentran muy deterioradas desde la muerte en una cárcel iraní hace cuatro años de la periodista irano-canadiense Zahra Kazemi.

El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyav, en abril.
El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyav, en abril.AP

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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