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Reportaje:EN PORTADA | Discografía

El arrebato de la voz

La voz de José Carreras es de las que enamoran al instante. La belleza del timbre, la efusividad lírica, la nobleza del fraseo, la musicalidad y la generosa entrega en el escenario son cualidades que el famoso tenor pone al servicio de un canto de desbordante expresividad. ¿Su mayor virtud? Es difícil decirlo sin parecer pedante, pero quizá el secreto de Carreras, y en esto se asemeja mucho a su admirado Giuseppe Di Stefano, es la humanidad que transmite a través de la voz. Un ser humano que canta. Nunca ha sido un tenor de agudos espectaculares; tampoco ha engañado a nadie haciéndose pasar por tenor dramático: siempre ha sido un tenor lírico, con capacidad para cantar cierto repertorio lírico-spinto. Por el color y el arrebato de su voz, ha cantado papeles como Radamés, Calaf y Canio, pero desde una óptica lírica.

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El oficio de tenor

Inició su carrera discográfica en 1973 con una poco conocida ópera bufa de Rossini, La pietra del paragone, editada por el sello Vanguard que pasó bastante inadvertida. Desde entonces, los estudios de grabación han sido como su segunda casa. Le encantan los discos, colecciona grabaciones pirata de sus cantantes preferidos y, como profesional, se siente cómodo frente a los micrófonos, que captan bien la emotividad y calidez de su voz.

La ópera domina una discografía oficial con más de cuarenta títulos, la mayoría disponibles actualmente en los catálogos de Deutsche Grammophon, Philips, Decca, Emi y Sony. Hay que sumar docenas de títulos editados a partir de transmisiones radiofónicas o grabaciones privadas, en un paraíso corsario donde aparecen joyas como Roberto Devereux, Adriana Lecouvreur, Luisa Miller o Roméo et Juliette.

Carreras ha tenido como compañeras de reparto a las mejores sopranos del mundo. Por complicidad y química entre las voces, Montserrat Caballé y Mirella Freni se llevan la palma, pero en la lista de honor figuran otras divas del calado de Jessye Norman, Kiri Te Kanawa, Teresa Stratas, Katia Ricciarelli, Eva Marton, Renata Scotto, Catherine Malfitano y las mezzosopranos Agnes Baltsa, Teresa Berganza y Frederica von Stade. Impresiona también la nómina de directores: Claudio Abbado, Lorin Maazel, Riccardo Muti, James Levine, Colin Davis, Giuseppe Sinopoli, Riccardo Chailly, Jesús López Cobos, Leonard Bernstein y, en un lugar de honor, Herbert von Karajan, que le catapultó a la élite del mundo lírico con memorables producciones de Don Carlo, Carmen, Tosca y el Réquiem verdiano.

Los grandes personajes de las óperas de Verdi y Puccini dominan un repertorio en el que figuran rarezas como Sly, de Wolf-Ferrari, y la contemporánea Lou Salome, del malogrado Sinopoli. También figuran misas de Puccini, Rossini, Verdi y, en un repertorio más popular, la Misa criolla de Ariel Ramírez, musicales como West side story y South Pacific, y muchos recitales, con incursiones en la canción española (tiene una muy curiosa versión de las Siete canciones populares españolas de Manuel de Falla orquestadas y dirigidas con sutil inspiración por el desaparecido Luciano Berio), el lied, la zarzuela, las canciones napolitanas y populares o temas especialmente compuestos para él por Antoni Parera Fons, como La meva ciutat o Et portaré una rosa. -

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