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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Recorte de emergencia

La decisión de la Reserva Federal de bajar los tipos es correcta, aunque llega con retraso

Si cabían algunas dudas acerca de la seriedad de las consecuencias de la crisis financiera abierta en EE UU, la decisión que acaba de adoptar la Reserva Federal, reduciendo en 0,75 puntos porcentuales el nivel objetivo de los fondos federales, confirma la singular gravedad de la situación creada tras la extensión de las insolvencias en las hipotecas subprime el pasado verano. Las consecuencias de la crisis ya no se limitan a la financiación hipotecaria, como tampoco a un determinado tipo de instituciones financieras, sino que se extienden a otros riesgos que pueden afectar a una parte sustancial del sistema financiero internacional. Y, como se demostró el lunes, también afectan a las Bolsas. Una cadena de efectos contaminantes de esta magnitud puede acentuar los riesgos de empeoramiento económico en general, de recesión en Estados Unidos en particular, y generar una atmósfera de desconfianza en los mercados que acabe por causar nuevas convulsiones próximas al pánico.

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Tres cuartos de punto de rebaja es una confesión inequívoca de emergencia. Es la rebaja mayor desde 1982 y la primera que se decide antes del calendario previsto por el rígido protocolo monetario establecido por la Reserva Federal. Pero la decisión es correcta porque, aunque el abaratamiento del precio del dinero no resolverá la falta de confianza en la calidad de los activos de las instituciones financieras que está en la base de la crisis, al menos contribuirá a corregir las señales depresivas que emite el mercado inmobiliario, a mitigar la paralización en el mercado de trabajo y a favorecer la precaria situación de las instituciones financieras estadounidenses. Se trata de facilitar las condiciones de financiación de los agentes lo máximo posible, dejando al margen la prioridad antiinflacionista, bajo el principio de que los tipos de interés deben adecuarse a la rentabilidad esperada de los agentes económicos.

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A toro pasado, puede decirse hoy que el recorte de tipos llega con un cierto retraso. La Fed debía haber realizado nuevos recortes antes de fin de año; quizá de esta manera hubiera amortiguado la expectativa de recesión económica que ahora lleva camino de autocumplirse. El tiempo es decisivo en el tratamiento de las crisis. De ahí que el plan anticrisis de Bush haya causado un efecto tan poco balsámico entre los inversores. Los mercados desearían que la inyección de estímulos fiscales por valor de 145.000 millones de dólares se aplicase de forma inmediata.

El Banco Central Europeo tiene ahora mucho más difícil quedarse quieto. Aunque la situación y las amenazas en la eurozona distan de ser tan graves como en Estados Unidos, el contagio puede llegar a través de la contaminación de algunas entidades financieras europeas. Por otra parte, era evidente desde agosto que la desconfianza mundial en la calidad del crédito acabaría dañando la economía real. De hecho, ya lo está haciendo.

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