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"No soy un símbolo de nada"

En la actualidad, El Hachmi trabaja de técnica en el Ayuntamiento de Granollers, pero su primer destino en tierras catalanas fue Vic, donde llegó cuando tenía ocho años. Allí pasó dos décadas hasta que tomó su propio camino. Con el dinero del galardón espera poderse dedicar con algo de tranquilidad a la literatura, su gran vocación, que no ha podido cumplir del todo hasta ahora porque "las faenas de la casa matan la creatividad", según explicó ayer en un encuentro con la prensa. Ante lo que se veía venir, fue tajante: "No soy un símbolo de nada", dijo, y añadió retadora: "Pobres de vosotros si me ponéis etiquetas".

La decisión del jurado (compuesto por Dúnia Ambatlle, Mathias Enard, Isabel Escudé, Pere Gimferrer, Gemma Lienas, Baltasar Porcel y Carles Pujol) fue unánime. Junto con otras virtudes, sus miembros destacaron el carácter testimonial de la novela, que no deja de lado aspectos como la sexualidad femenina en un contexto pacato impuesto por la religiosidad al pie de la letra. La entrega del premio se realizó por segundo año consecutivo durante una multitudinaria cena celebrada en Andorra la Vella.

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