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La boda no frena el desplome

Sarkozy y Carla Bruni se casan mientras los sondeos reflejan una caída de la popularidad del presidente francés

El tercer matrimonio del presidente francés Nicolas Sarkozy comenzó ayer con una mala noticia. El barómetro mensual del instituto LH2 que publica hoy Libération, a partir de encuestas realizadas antes y después de su boda con la ex modelo y cantante Carla Bruni, muestra que se acentúa el desplome de su popularidad y la pérdida de confianza de los franceses en su gestión. Cae nada menos que 13 puntos respecto al mes pasado, hasta situarse en un 41%.

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Carla Bruni, sin nacionalidad francesa

Desde el Elíseo se confía en que la oficialización de su relación sentimental, además de solucionar los problemas de protocolo, detenga el deterioro de la imagen presidencial. Las declaraciones, ayer, del secretario general del Elíseo, Claude Guéant, uno de los hombres más cercanos a Sarkozy, van en este sentido. "Los franceses son los propietarios del presidente", dijo en un programa de televisión comentando el mencionado sondeo, "esperan mucho de él y creo que empezaban a estar un poco decepcionados a causa de que sus problemas personales creaban la impresión de que les robaba el tiempo que debía dedicarles".

Los recién casados pasaron la noche del sábado en la residencia oficial de La Lanterne, parte del complejo del palacio de Versalles. Ofrecieron una pequeña fiesta a una veintena de personas, aparentemente las mismas que asistieron a la ceremonia civil celebrada en el palacio del Elíseo, y tan sólo se mostraron ayer un momento, que no trascendió más que a unos fotógrafos, paseando por los jardines y sentados en una cafetería, en actitud amorosa.

Jean-Louis Debré, el presidente del Consejo Constitucional, criticó abiertamente ayer la forma como Sarkozy ha gestionado su vida privada. "La autoridad del Estado y la legitimidad conferida por el pueblo suponen un cierto comportamiento y una cierta dignidad en la función".

Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, ayer en una cafetería en Versalles.
Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, ayer en una cafetería en Versalles.REUTERS

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