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Reportaje:La fiesta del cine español

La última cantera del cine español

Los Goya reconocen implícitamente la labor de la Escuela de Cine de Catalunya

Ya antes de celebrarse la gala de ayer, los Premios Goya se habían convertido en una gran fiesta para la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC). Entre los candidatos a los galardones había una docena de profesionales estrechamente vinculados a la entidad, gestionada por una fundación con miembros como la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, Filmax y la SGAE, y dirigida por Josep Maixenchs. La mitad de los propuestos se graduaron en sus aulas y el resto son profesores.

Juan Antonio Bayona, director de El orfanato, es, desde luego, el nombre más vistoso del plantel de alumnos que han pasado por sus aulas. Gracias entre otras cosas a lo que allí aprendió, su ópera prima había conseguido 14 candidaturas. Este director simboliza de forma brillante cómo el paso por la escuela puede ser un excelente pasaporte para el éxito. Pero, aunque sea de forma más discreta, tras estudiar en la ESCAC muchos consiguen un hueco en la profesión.

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Una antigua fábrica de harina situada en Terrassa (Barcelona) acoge la sede de la escuela, fundada en 1995 y ubicada en su actual emplazamiento desde 2003. En la planta superior, el conjunto de aulas se parece al de cualquier centro de estudios. Allí se imparten las clases teóricas. Pero el verdadero corazón de la escuela está en el sótano. Los platós y las salas de grabación y montaje de imágenes y sonido son el epicentro del edificio y de un plan de estudios eminentemente práctico. "Las prácticas son nuestro pedigrí", explica Maixenchs. La escuela se ha ganado su prestigio a golpe de claqueta. Aunque sin descuidar una buena base teórica, porque, como defiende el director de la ESCAC, "los conocimientos facilitan muchísimo la posibilidad de practicar".

Bayona lo tiene muy claro: "Creo que el alumno aprende a hacer cine sobre todo rodando cine. Me río yo de todos esos que aseguran que la mejor escuela de cine es un rodaje. En la ESCAC estuvimos rodando cuatro años hasta decir basta". Para el aclamado nuevo talento de la cinematografía española, ahijado putativo de Guillermo del Toro, su paso por la escuela es "una de las experiencias de mi vida que recuerdo con más cariño. Allí tuve la oportunidad de poder equivocarme, una opción muy recomendable para aprender, porque del éxito se aprende poco".

El alumno que desea ingresar en la ESCAC tiene varias vías. Puede acceder a lo que en el centro se llama el curso cero, una introducción general a la cinematografía. También hay masters y cursos de posgrado. Pero lo habitual es incorporarse a los estudios desde primero y seguir el programa de cuatro cursos, en los que las prácticas van ganando peso hasta superar el 50% del plan de estudios. La ratio entre demanda y oferta de plazas es elevada. Cada año suelen recibirse entre 160 y 180 solicitudes de ingreso. Se acepta a 80.

"La verdad es que si no hubiera entrado en la ESCAC no sé qué estaría haciendo ahora mismo. Porque no creo que hubiera estudiado cine en otra escuela que no fuera ésta", asegura Elena Ruiz, autora del montaje de El orfanato. Ella tuvo claro desde siempre que quería ser montadora, "aunque la verdad es que no era demasiado consciente de lo que era".

Otro distintivo del centro respecto a otras escuelas de cine es que el alumno no escoge especialidad desde primer curso. Maixenchs sabe que, de ser así, y a excepción de algunos casos como el de Ruiz, todo el mundo aspiraría a ser director. El estudiante recibe una formación pluridisciplinar, desde la producción al sonido, y no se decanta hasta tercer curso. Para entonces, muchos ya han descubierto que la realización no es su futuro, y escogen otra rama. Pero además, es la escuela quien acaba decidiendo quiénes pueden pasar a la especialidad de dirección a partir de las capacidades demostradas.

En cuarto curso se hace el trabajo final de carrera, un cortometraje. En este proceso final interviene de manera muy directa Escándalo Films, la productora de la ESCAC, creada para ejercer de puente efectivo entre los estudios y la profesión. Sólo trabaja con personas vinculadas a la escuela. Llevan acumulados 300 premios. "Escándalo es el I+D de la ESCAC, una manera de probar cosas y conseguir que los alumnos puedan entrar en la industria", cuenta Nacho Moliner, miembro de la productora.

Tres años atrás decidieron dar un paso adelante con la iniciativa Ópera Prima, de manera que los graduados tengan la posibilidad de rodar su primera película. La sección se ha iniciado con Lo mejor de mí, de Roser Aguilar, premiada en Locarno, que se estrenará el 7 de marzo. Aguilar coincidió en las aulas con Bayona en la primera promoción de la ESCAC, y hoy imparte clases en el centro.

La directora recuerda que aquellos estudiantes pioneros "éramos personas con perfiles muy distintos, pero que teníamos en común el hecho de llevar mucho tiempo esperando la escuela de cine y estar muy motivados". Tiene aún muy presentes los largos debates sobre cine fuera de las aulas con otros estudiantes. "Aunque teníamos gustos muy distintos, de Spielberg a Kieslowski". La realizadora destaca la gran cantidad de horas de rodaje que pudo hacer, "pero también la gran base teórica".

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